Opel Grandland X PHEV, conversos
No ha sido muy deportivo utilizando balas auténticas Phillip Vandamm (Con la muerte en los talones, 1959)
«No lo vuelvas a hacer» me dice mi madre con su mirada de saber que es inútil, que volveré a hacerlo. «Claro mamá. Lo siento» digo para completar la pantomima, la ceremonia en la que ella finge quedarse tranquila y yo finjo redimirme. Pero es que no hay redención posible, ni siquiera propósito de enmienda porque no hay forma de que no vuelva a hacerlo. Mi madre ya está mayor y yo talludito, pero hace meses que no tuve más remedio que volver a casa. Y entonces ella era evidente que se debatía entre la profunda pena por ver que había perdido mi independencia y la incontrolable alegría de sentirse acompañada de nuevo. Porque al fallecer mi padre ella se quedó con un nido vacío y unas tareas del hogar huecas y poco más con lo que justificar su existencia más que las amigas del barrio con las que compartir diagnósticos sobre lo mal que va todo y las vicisitudes de unos programas de televisión más guionizados y previsibles que un espectáculo de guiñol.
Ahora conmigo tiene a alguien con el que refunfuñar porque deja todo por medio y comentar las novedades de los tertulianos de los que no conozco el nombre ni me importa su intranscendente trayectoria vital por los que aún así finjo interesarme de la forma más convincente posible. Y esto acumula más esfuerzos teatrales a la relación junto con los «estoy bien» de ella cuando le cuesta tres intentos levantarse del sofá sin aliento o mis «estoy bien» cuando me caza sentado sobre la cama llorando. Pero el teatro y la mentira nos vale a los dos porque la sinceridad la compartimos cogiéndonos las manos en el desayuno, en las sonrisas cuando pongo en marcha el viejo tocadiscos de papá con los grandes éxitos de Cole Porter o cuando nos acurrucamos en el sofá bajo una manta cuando reponen La Reina de África. «Qué guapo es él» dice siempre «Pero mamá. ¿Humphrey Bogart? ¿De verdad?» me burlo siempre yo. Pero fuera de esto tenemos que seguir con la farsa. De cuando tuve que irme de mi apartamento porque me habían descubierto y de cómo tengo que seguir haciendo mis trabajos de limpieza para saldar mi deuda. El jueves Casablanca con sopa de fideos.
Parece que últimamente la oferta de vehículos electrificados está creciendo exponencialmente y con ellos una muy concreta que es la de los SUV híbridos enchufables de más de cuatro metros. Concretamente el grupo PSA ha irrumpido en esta categoría con propuestas parecidas por parte de sus marcas y hemos probado alguna de ellas como el 3008 Hybrid4 y el DS 7 E-tense 4×4 que comparten mecánica con el modelo que hemos probado en esta ocasión: el Opel Grandland X PHEV.
Modelo analizado | Grandland X |
Motor y acabado | Ultimate Híbrido Enchufable 4×4 |
Potencia | 300 CV |
Velocidad máxima | 235 Kmh |
Aceleración o-100 | 6,1 s |
Largo/ancho/alto | 4477/1856/1609 mm |
Potencia máxima RPM | 300CV (200CV motor Gasolina, 110 CV y 113 CV motores eléctricos) |
Par máximo Nm/RPM | 300 Nm |
Caja de cambios | Automático 8 velocidades |
Web | https://www.opel.es/ |
Precio | 45.176 euros |
El modelo de Opel se beneficia del sistema de propulsión híbrido enchufable de 300 caballos con un motor de explosión de 200 CV y dos motores eléctricos, uno para el eje delantero y otro el trasero para asegurar la tracción integral, que disponen respectivamente de 110 y 113 caballos. Igualmente se ha incorporado el cambio automático de ocho relaciones de la multinacional de automoción con sistema de convertidor de par. Se trata de una motorización que se dispara en potencia con respecto a la versión con más caballos disponible con solamente motor de explosión con 180 caballos que ya pudimos probar.
Un Grandland como siempre
Exteriormente no hay cambios de importancia con respecto al resto de los miembros de la familia Grandland X con un diseño austero con toques agresivos como las grandes tomas de aire delanteras o los detalles cromados. Precisamente una franja de metal cromado atraviesa la parte superior de la toma de aire uniendo el logotipo del fabricante alemán con los afilados grupos ópticos con tecnología LED. Todo para dar una impresión de coche con empaque, grande y robusto.
En esta ocasión la carrocería se presentaba en dos colores, negro para el techo y los pilares y azul para el resto, que le da un toque urbano agradable aunque no resulta tan vistoso como la combinación rojo y negro del Grandland de 180 caballos que pudimos probar anteriormente. Por supuesto que encontraremos en la parte trasera el identificador del modelo y también una segunda tapa además que la de la boca de combustible para ocultar el conector para la carga eléctrica.
En el interior tampoco hay diferencias, no se ha perdido un ápice de espacio y de esa excelente habitabilidad y sensación de amplitud que comparte con los otros Grandland. También encontramos esos acabados sobrios pero prácticos que comentábamos en ocasiones anteriores con un buen espacio para objetos, buen tacto de todos los elementos aunque los materiales no son tan refinados como los que utilizan otros modelos compañeros de grupo como el 3008 o el DS7.
Indicadores tradicionales
El caso es que con este modelo la elección de elementos tecnológicos más tradicionales como diales como indicadores de velocidad y revoluciones y una pantalla para el sistema de entretenimiento menos vistosa que en los modelos franceses se hace un poco más extraña. La razón es que estaremos a los mandos de un vehículo a la vanguardia en cuanto al sistema de propulsión y el software de gestión del mismo pero los datos que ofrece para el conductor los veremos en unos displays algo anticuados.
No es algo que afecte en absoluto a la funcionalidad, que es muy buena, pero sí que resulta algo extraño. Como apuntamos en ocasiones anteriores, el generoso tamaño del chásis y de la carrocería permite al Grandland ofrecer mucha amplitud tanto para los ocupantes de las plazas delanteras, con unos asientos muy cómodos, como los pasajeros de la parte trasera en la que pueden acomodarse hasta tres personas sin grandes apreturas.
La gran diferencia de este modelo es que el grupo ha optado para alojar las baterías del sistema de propulsión eléctrico el colocarlas en el maletero y eso perjudica la capacidad del mismo. Esto es lo mismo que ocurre con la versión de Peugeot y en el caso del modelo alemán se baja de los 514 a los 390 litros, una cifra similar a la de su compañero francés. Sin embargo esto afecta principalmente al doble fondo y por lo que la capacidad desde la zona enrasada con la boca del maletero es la misma que la de otros Grandland y sigue siendo una capacidad respetable.
En lo que respecta al funcionamiento de este Opel lo cierto que el sistema de propulsión híbrido enchufable transforma por completo el coche. Lo primero es que al utilizar este sistema y tal y como ocurre con sus compañeros de grupo, en el fondo nos encontramos con cuatro coches en uno según la modalidad de conducción que escojamos en el selector. En primer lugar podemos hacer que funcione como un SUV eléctrico con una autonomía máxima de 59 kilómetros con la peculiaridad de que seguirá funcionando con tracción total.
En este modo el Opel Grandland X PHEV es todo suavidad y silencio con potencia más que suficiente para aceleraciones fulgurantes típicas de los coches eléctricos a pesar del tamaño del coche. En recorridos urbanos es factible alcanzar los 50 kilómetros de autonomía si no realizamos grandes aceleraciones y conducimos con la mente puesta en recuperar y conservar energía. Al salir a carretera o autopista la autonomía baja mucho, pero algo menos que en el caso del Peugeot y el DS que pudimos probar.
Recargable
Como ya vimos en el caso de los otros dos modelos, el coche dispone de un sistema de carga para las baterías del sistema eléctrico con una potencia máxima de 3,7 kW que se antoja suficiente para la capacidad de las mismas. Sin embargo es posible adquirir el coche con un sistema de carga opcional que duplica la potencia con lo que el tiempo de carga se reduciría aproximadamente a la mitad y permitiría utilizar sistemas de carga más potentes.
El segundo modo de funcionamiento es el híbrido y es el que utilizaremos cuando no estemos seguros que la autonomía eléctrica vaya a ser suficiente para nuestro desplazamiento. En cualquier caso es el modo en el que entrará el coche cuando lo pongamos en modo eléctrico y se agote la batería. El coche en esta modalidad de funcionamiento funciona con mucha suavidad, quizás no tanta como en modo eléctrico puro pero mucho más que con un motor de explosión.
En nuestra experiencia hay que decir que hay diferencia cuando utilizamos el modo híbrido con la batería cargada o descargada. Este sistema no está pensado para optimizar la carga de batería por lo que si la batería está completamente descargada al funcionar en modo híbrido el motor de explosión funcionará durante más tiempo para cargarla. Esto hace que el coche contamine y gaste más que un coche con sistema de propulsión puramente híbrida. Al contrario, si la batería está cargada y activamos el modo híbrido el coche gastará y contaminará menos que un coche híbrido no enchufable.
Mejor cargado
En fin, lo mejor es ser previsores y tener el coche cargado siempre que sea posible para optimizar su funcionamiento. Así si vamos a recorrer un trayecto que excede la autonomía en modo eléctrico la mejor estrategia es tener el coche cargado pero seleccionar el modo híbrido. De esta forma el coche no gastará más cuando la batería se agote. Además resulta mucho más económico el gasto de energía eléctrica que el del combustible equivalente para la recarga.
Otro de los modos que permite transformar por completo el comportamiento del coche es el de 4X4. En esta modalidad el coche utiliza el motor eléctrico del eje posterior para conseguir que todas las ruedas dispongan de tracción. La altura libre del suelo y la eficacia del cambio permite que podamos superar con cierta soltura terrenos resbaladizos o firmes en mal estado compensando la falta de adherencia. No lo convierte en un todoterreno pero sí que hace que este Grandland sea más versátil.
El último modo es el Sport y en este el Grandland sí que cambia totalmente de personalidad. Los 300 caballos están disponibles por completo al activar los tres motores a la vez. También dispondremos de hasta 320 Nm de par del motor eléctrico más potente. Y esto convierte a este Opel en un coche realmente deportivo en cuanto a la respuesta al pedal del acelerador convirtiéndose en un vehículo nervioso y dispuesto a saltar a la mínima sugerencia del pedal derecho.
El cambio responde perfectamente al carácter deportivo de este modo aunque la dirección es algo blanda y no se endurece demasiado cuando optamos por esa configuración. También las suspensiones están pensadas más para el confort por lo que el modo Sport nos permitirá buenas prestaciones pero no sensaciones demasiado «racing» ya que no transmite demasiado en terrenos virados, aunque con la precisión suficiente para llevar un buen ritmo.
Conclusiones
Esta versión de la interesante propuesta híbrida enchufable del grupo PSA es una buena aportación a la gama. Es un coche algo más ligero y con un aspecto menos tecnológico sobre todo en lo que respecta a indicadores y sistema multimedia pero con la misma sofisticación técnica que sus compañeros de grupo y con un buen conjunto de ayudas a la conducción de todo tipo. El conjunto es armonioso con una buena dosis de confort y una excelente habitabilidad.
Como en los otros dos casos es un coche con muchas personalidades al que hay que acostumbrarse para sacarle partido, sobre todo si se quiere aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la motorización eléctrica. En cualquier caso una opción realmente interesante para una categoría, la de los híbridos enchufables, que va ganando propuestas como alternativa puente a los vehículos eléctricos puros a los que parecen tender tanto el mercado como los legisladores.
Buen cambio automático
Silencioso y confortable
Maletero algo reducido
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