Diez momentos únicos que la saga Diablo grabó en mi memoria para siempre

La saga Diablo es, con diferencia, una de mis franquicias favoritas dentro del mundo de los videojuegos. Recuerdo, como si fuera ayer, las sensaciones que experimenté cuando eché la primera partida al clásico de 1996 en mi, hoy anciano, Pentium a 133 MHz. Quedé impresionado por la dirección artística y la factura técnica, pero sobre todo, lo que más me impactó fue la ambientación y el «lore» que había detrás del juego.

En aquella época mi nivel de inglés no era tan bueno como a día de hoy, pero gracias a mi «compañero de fatigas», un diccionario de la época, pude entender a grandes rasgos todas las claves que había detrás de la historia. Mi pasión por la saga Diablo se desinfló por un caso de «muerte por éxito», es decir, le di tanta «caña» a Diablo que quedé abotargado y no tuve más remedio que descansar durante un tiempo.

Con la llegada de Diablo II, volvió a despertar mi interés por la saga Diablo, y de qué manera. No podría contabilidad las horas que le dediqué a esta entrega, pero más importante que el tiempo, contabilizado en horas, son los años durante los que seguí jugándolo, y es que, desde que llegó al mercado en el año 2000, llegué a jugarlo casi a diario durante 10 años seguidos. Poco a poco, lo fui dejando, hasta el punto de que mis personajes caducaron, una pena, ya que los tenía bastante equipados.

La saga Diablo tuvo importante punto de inflexión con Diablo III, un juego limitado al modo online que pasó por varias «fases», y que no llegó a engancharme del todo en un primer momento. Tras la eliminación de la casa de subastas, y algunos parches que equilibraron la jugabilidad, volví a jugar de forma periódica, y al final acabé maximizando casi todos los personajes disponibles.

Como podéis ver, me une una relación de muchos años con la saga Diablo, y para celebrar con vosotros el anuncio de Diablo II Resurrected, quiero compartir diez momentos de la saga que me dejaron totalmente marcado, y que definen, a mi juicio, ese carácter único que tiene esta saga. Antes de empezar, quiero invitaros a que compartáis conmigo, y con nuestros lectores, vuestros momentos favoritos de la saga Diablo. Ahora sí, empezamos.

Saga Diablo, ambientación

1.-La ambientación y la dirección artística, en general, de la saga Diablo

Siempre lo he dicho, si hay algo en lo que Blizzard ha sabido brillar con luz propia ha sido en el diseño, la ambientación y la dirección artística de sus juegos. Esto le ha permitido crear títulos con personalidad propia, y dar forma a una imagen única que otros desarrolladores han intentado imitar en más de una ocasión. ¿Creéis que exagero? Paraos un momento a pensar en la cantidad de clones de las franquicias de Blizzard que existen actualmente… ¿Veis como no exageraba?

La saga Diablo es, sin duda, uno de los mejores ejemplos. Diablo, la entrega original, no destacaba por contar con un acabado gráfico sorprendente, de hecho Crusader No Remorse, que llegó en 1995, lo superaba en algunos aspectos. Sin embargo, el diseño y la dirección artística del juego de Blizzard eran simplemente perfectos. Ese toque oscuro y lúgubre, unido al diseño de los principales enemigos y a la banda sonora, generaban una experiencia única y tremendamente inmersiva, tanto que, todavía hoy, sigo volviendo de vez en cuando a Diablo.

Diablo II contó también con una dirección artística y una ambientación sobresaliente, pero creo que, en este sentido, ha sido la tercera entrega la que ha tocado techo dentro de la saga Diablo. Con Diablo III ocurre algo muy similar a lo que pasó con Diablo, a nivel gráfico, y desde el punto de vista técnico, es un juego de notable y no de sobresaliente, pero lo compensa con un diseño artístico excelente y con una ambientación tan buena que logra sumergirnos de una manera increíble.

Todavía recuerdo las sensaciones que experimenté al elegir personaje la primera vez que jugué a Diablo III. Cuando vi el modelado y la calidad general de los personajes me sentido un poco decepcionado, pero en cuanto empecé a jugar acabé maravillado por la ambientación, el diseño de escenarios y enemigos y el cuidado por el detalle de cada localización. Esa noche casi se me hace de día, menos mal que no tenía nada importante que hacer.

Saga Diablo, el carnicero

2.-Diablo: La entrada del carnicero

La saga Diablo tiene momentos tremendos por la propia temática de la franquicia, pero la entrada en escena del carnicero es, a mi juicio, el más intenso de todos los que he vivido al enfrentarme a uno de los «jefes», principales o secundarios, de la franquicia.

Lo recuerdo como si fuera ayer, era un sábado por la noche, cené en casa de un amigo y le dije que había conseguido, por fin, Diablo. El era usuario de consolas y no estaba muy puesto, así que le expliqué un poco de qué iba y me dijo que iría a verlo el domingo. Cuando llegué a casa lo instalé, y empecé a jugarlo con una arquera.

El carnicero es, en esencia, el primer «jefe» que te encuentras en la primera entrega de la saga Diablo. Tras llegar a la entrada de la catedral, un moribundo te pide que des descanso a su alma vengándole. Para ello tienes que matar al carnicero, y la verdad es que es más fácil decirlo que hacerlo.

La aparición del carnicero se produce por sorpresa. En la oscuridad del escenario encuentras una puerta que da acceso a una sala, la abres y escuchas (en inglés) «Carne Fresca». Entras, ves un montón de cadáveres y sangre por todos lados, y de repente un monstruo enorme, con cuernos y armado con un hacha se lanza hacia ti. Ataca muy rápido se mueve muy rápido, quita mucha vida y te atonta con cada golpe. Sí, es el primer gran susto que nos da este juego, y uno de los mejores momentos de toda la saga Diablo.

Aidan, saga Diablo

3.-Diablo: El sacrificio del guerrero

Atención, «spoiler», entre comillas porque es complicado que, después de tantos años, todavía no hayas terminado el título original si eres fan de la saga Diablo. Debo reconocer que, en su momento, el final de la primera entrega me dejó algo desconcertado, no solo por lo ocurrido, sino también por la pobre calidad que tenían las cinemáticas de la época, pero la verdad es que sirvió de enlace perfecto para crear la segunda parte.

Tras matar a Diablo, el héroe de la historia, el guerrero Aidan, hijo del Rey Leoric, quita la Piedra de Alma roja de la cabeza del demonio mayor, y su cuerpo se deshace. Bajo él, aparece el cadáver del príncipe Albrecht, y Aidan se da cuenta de que este estaba intentando contener, en su propio cuerpo, al Señor del Terror.

Para contener a Diablo, y evitar que este vuelva a caminar por el mundo es necesario un sacrificio, y Aidan no duda un momento. El héroe se clava la piedra en la frente, y da su vida por contener a Diablo. Su destino se conoce en Diablo II, y podéis verlo en la imagen que encabeza estas líneas, al final sucumbe a la influencia maligna del demonio mayor. Creo que es evidente por qué este es uno de mis momentos favoritos de la saga Diablo

4.-Diablo II: El nivel secreto de las vacas

Fue algo surrealista en su momento, pero también muy divertido. La saga Diablo siempre se ha caracterizado por tener un toque serio y tétrico, de hecho era fácil encontrar secciones nos hacían sentir indefensos, sobre todo cuando estábamos avanzando en una dificultad superior y temíamos la aparición imprevista de un enemigo «inmune» a nuestra habilidad principal.

El nivel de las vacas fue algo muy curioso, ya que logró mantener, por increíble que parezca, ese toque tétrico de la saga Diablo y el trasfondo de terror, pero sin renunciar a un toque de humor muy marcado. Nunca he logrado sacar de mi cabeza ese «mooo mooo», que me viene de forma automática a la memoria cada vez que me acuerdo del nivel secreto de las vacas.

Si no jugaste a Diablo II, y no viviste el nivel de las vacas, puede que te preguntes cómo era posible que dicho nivel diera «miedo». La respuesta es simple, porque ver a una legión de vacas venir hacia ti con alabardas a ritmo de «mooo mooo» y acabar rodeado no te hacía reír precisamente. Toda una genialidad por parte de Blizzard que, espero, repita en Diablo II Resurrected.

palabra rúnica saga Diablo

5.-Diablo II: Mi primera palabra rúnica

Las palabras rúnicas fueron todo un acierto en Diablo II, tanto que se acabaron convirtiendo en parte del núcleo duro del «farmeo», y en uno de los botines más buscados. No todas las runas tenían el mismo valor, y tampoco caían con la misma frecuencia. Las runas anteriores a «Pul» eran relativamente fáciles de encontrar, pero las palabras rúnicas realmente poderosas se hacían con las runas más caras, como «Jah», «Ber» o «Zod» entre otras.

Con todo, había palabras rúnicas de bajo nivel que podían ayudaros a subir de nivel de una manera más sencilla, y otras que podemos considerar como de nivel medio que también resultaban bastante interesantes. En mi caso, estuve tirando bastante tiempo de sets de equipamiento, ya que las runas eran muy caras y, cuando empezabas, tenías que hacer acopio de gemas perfectas, la moneda de cambio básica, y administrarlas con cuidado. Todavía me acuerdo, 20 gemas perfectas te permitían comprar una runa «Pul», y tres «Pul» compraban una runa «Um».

Mi primera palabra rúnica fue «Asesino Real», formada por las runas «Mal», «Um», «Gul» y «Fal», en una espada de Balrog, y qué puedo decir, la disfruté como un enano. Al final, cuando fui aprendiendo a comerciar, acabé teniendo casi todas las palabras rúnicas del juego en diferentes personajes. A título personal, mi favorita era «Perdición», aunque «Aliento de los Muertos» tampoco se quedaba atrás.

Diablo II runas

6.-Diablo II: Las runas «dupeadas»

Las runas no llegaron a todos los títulos de la saga Diablo, de hecho se mantuvieron como una exclusiva de la segunda entrega, una pena, ya que, como he comentado anteriormente, añadían un toque único a nivel jugable, y en todos los sentidos. Podías pasarte semanas intentando que te cayera una runa concreta, y al final te dabas cuenta de que te salía más a cuenta vender equipo y gemas para conseguir runas de nivel medio y cambiarlas por runas de nivel alto.

Esto era efectivo y eficiente, ya que las runas de nivel alto caían rara vez (en todos mis años jugando a Diablo II solo me cayeron, de runas altas, una «Vex», una «Ber», dos «Lo» y una «Zod»), pero tenía sus riesgos, y es que, al ser tan valiosas, esas runas se «dupeaban». Ese era el término con el que conocíamos a las runas que eran copias de otras originales, es decir, que eran falsas.

Una runa «dupeada» parecía auténtica, pero desaparecía después de un tiempo, cuando el servidor identificaba que compartía código con otra runa igual. Comprar runas altas era un riesgo, y la única forma de que no desapareciera era engarzarla. Por eso, normalmente solo comerciaba comprando runas altas cuando ya lo tenía todo listo para hacer el engarce y formar la palabra rúnica, y dejaba las runas más caras para el final. Un amigo no llegó a tiempo y perdió una «Zod», y con ella semanas de tiempo invertido farmeando.

7.-Diablo II: La torre olvidada y  la condesa sangrienta

Es, probablemente,  una de las misiones que más me gustó de toda la saga Diablo. Está inspirada en la historia de Erzsébet Báthory, una condesa que fue acusada de matar a centenares de mujeres. Surgió el mito popular de que se bañaba en su sangre para «conservar» su juventud, pero esto no está confirmado, y todo parece indicar que lo hacía por puro sadismo.

La condesa fue llevada a juicio, pero salvó la vida gracias a los privilegios nobiliarios que tenía. Acabó encerrada en sus aposentos, se sellaron puertas y ventanas, y acabó cumpliendo una especie de cadena perpetua en su propio castillo. Tras cuatro años encerrada, la condesa murió, y acabó siendo enterrada en un lugar desconocido.

Este hecho es el que sirve de inspiración para la misión de la torre olvidada, que narra la historia de una condesa caída en desgracia que se bañó en la sangre de un centenar de vírgenes, y que acabó siendo enterrada viva en la torre. Os suena, ¿verdad? La ambientación de esta misión me puso los pelos de punta, y todavía hoy me parece sublime.

8.-Diablo III: El adiós de Deckard Cain

Uno de los momentos más tristes de la saga Diablo, el adiós a nuestro amigo del «quédate un momento, y escucha». Deckard Cain ha estado presente en todas las entregas de la saga Diablo, de hecho tanto en Diablo II como en Diablo III tenemos misiones centradas en rescatarlo, pero su vida termina en esta última.

A título personal, lo considero como uno de los momentos más emotivos de la saga Diablo, pero al mismo tiempo me acabó pareciendo innecesario. Diablo III tiene momentos muy intensos, este, y el próximo, son los más importantes, pero creo que no encajan igual de bien en el desarrollo de la trama, y que el final de Deckard Cain fue forzado y desafortunado.

Independientemente de que me guste más o menos, la muerte de Deckard Cain marcó un punto de inflexión en la saga Diablo, y debemos recordarlo como tal.

Leah se convierte en Diablo

9.-Diablo III: La adorable Leah se convierte en Diablo

Leah es la hija de Aidan, el héroe caído en desgracia en Diablo, y la bruja Adria, quien juega un papel clave en Diablo III, ya que de no ser por su traición el demonio mayor no habría llegado a despertar.

Desde el principio, Leah se muestra como una joven sencilla e inteligente, sin grandes ambiciones, que incluso en algún momento de nuestra aventura nos dice que, cuando todo termine, igual se anima a montar una taberna.

Por desgracia, eso nunca ocurrirá. Poco después de reencontrarse con su madre, Adria, esta traiciona a su propia hija y la utiliza para que sirva como receptáculo de Diablo, y de todos los demonios contenidos en la piedra de alma negra. Un final muy triste para Leah, quien experimenta una transformación desgarradora en las cinemáticas de Diablo III.

Saga Diablo, Malthael

10.-Diablo III: Malthael y la delgada línea que separa a un arcángel de un demonio

Dicen que tanto el bien como el mal tienen un lado relativo, y que todo depende del prisma con el que se mire. La cultura del mal menor para lograr el bien mayor lleva con nosotros desde el principio de los tiempos, y los objetivos y metas de cada sociedad, en cada momento histórico, nos han permitido ver que esa relatividad entre la percepción de lo bueno y de lo malo siempre ha estado presente.

La saga Diablo siempre ha tenido toques filosóficos y morales bastante profundos y fáciles de apreciar por el ojo experto, pero Malthael fue, sin duda alguna, el punto álgido de la franquicia. Este arcángel pone de relieve que la línea que separa el bien del mal es muy delgada, y confirma que un arcángel puede llegar a ser peor que un demonio.

Para Malthael, el ser humano es el «gran mal» del mundo, y está firmemente convencido de que debe acabar con la raza humana. Ese es su objetivo, y nosotros tenemos que impedírselo. A mi juicio, uno de los mejores villanos de toda la saga Diablo.

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