Google vuelve a retrasar el fin de las ‘cookies’ de terceros en Chrome
Google vuelve a retrasar, una vez más, el fin de las cookies de terceros en Chrome, una meta que la compañía se propuso hace algunos años ya, pero que no termina de rematar por diferentes motivos de forma, aunque en el fondo solo hay uno: mantener el control en torno al sistema de publicidad sobre el que se sostiene la compañía desde hace varias décadas.
Las cookies son esos pequeños archivos que el navegador descarga en segundo plano por cada sitios que visitas y que en muchos casos son imprescindibles para ofrecer la experiencia que el usuario espera. Las cookies son imprescindibles, por ejemplo, para que un sitio web no te esté pidiendo la contraseña cada vez que regresas, para recordar las personalizaciones que hayas hecho, etc.
Las cookies de terceros, sin embargo, están centradas principalmente en el rastreo del usuario, lo cual no siempre es negativo. Otro ejemplo: si eres de los que gustan de compartir noticias pinchando en los botones de Facebook, Twitter o similares que suelen incluir los artículos que lees en línea, que sepas que no podrías hacerlo sin ellas.
Ahora bien, donde más extendido está el uso de cookies de terceros es en el mercado publicitario, y de hecho en ellas se basa el sistema de publicidad personalizado de Google, por lo que no es de extrañar que se lo hayan pensado muy bien antes de tocarlo. Por motivos de privacidad, pero también de efectividad, habida cuenta del auge de los bloqueadores del rastreo, había que hacerlo.
Lo primero que hizo Google es bloquear las cookies de terceros que no se transmitiesen por canales cifrados, esto es, por HTTPS, mejorando así la seguridad de estos elementos, que al fin y al cabo son susceptibles de utilizarse en perjuicio de la privacidad y seguridad del usuario. Más tarde implementaron el atributo SameSite para limitar el uso de las cookies de terceros, legítimas o no.
Más allá de los parches, el reemplazo de las cookies de terceros en el que Google trabajaba, FLoC (por Federated Learning of Cohorts), mejoraba en efecto las potenciales fallas de seguridad del método tradicional, pero a costa de que todo pasase por el aro del gigante de Internet. Esto significa que navegadores derivados de Chromium tendrían que aceptarlo sí o sí, y como era de esperar, fue que no.
Pero no solo navegadores como Brave o Vialdi se opusieron a FLoC: el favoritismo de FLoC hacia Google como monopolio en la publicidad en línea levantó las alarmas entre diferentes partes y las dudas sobre la idoneidad, pero también sobre la legalidad de la iniciativa. Muchas preguntas se hicieron entonces: ¿sería compatible el nuevo sistema de Google con la GDPR europea? Un año después, la compañía desechó la idea.
Así pues, Google abandonó FLoC y la sustituyó por lo que denominó en un principio como Topics, una nueva API, reformulada más tarde como Privacy Sandbox. Que en el fondo es casi lo mismo, esto eso, un sistema de rastreo perfeccionado, más seguro sobre el papel al no repartirse dicha información entre mil «socios» diferentes, al menos de manera directa, pero hasta ahí: el control seguirá estando en manos de Google.
Dicho lo cual, la implementación de Privacy Sandbox se va a hacer esperar, y es que en esta ocasión, Google quiere aglutinar un mayor consenso entre los desarrolladores, pues a mayor consenso, menos problemas que afrontar a futuro, especialmente entre las entidades reguladoras y de protección del consumidor. Para ello, la compañía se ha dado de tiempo hasta 2023, ampliando así el margen de evaluación.
Por desarrolladores, eso sí, Google no se refiere a su competencia, sino a los desarrolladores web encargados de implementar la tecnología. Todo se comenzará a probar a partir de 2023 y, de consolidarse, las cookies de terceros desaparecerán de Chrome en la segunda mitad de 2024. De Chrome, olo que es lo mismo, de Internet. Si al margen de adaptación le sumamos la cuota de mercado del navegador, está todo dicho.
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