Marte y su inclinación: así ha cambiado con el paso del tiempo

Marte es uno de los planetas más importantes para los científicos en este momento, y también para la humanidad. Ya os hemos contado en artículos anteriores que es uno de los más cercanos a la Tierra, y que por su situación actual es el menos hostil de todos los que se encuentran en el sistema solar.

Esto tiene una consecuencia importante, y es que Marte es por ahora el único planeta en el que podríamos establecer una colonia uniendo los medios tecnológicos que tenemos disponibles y los que se encuentran en desarrollo. Otros planetas como Venus o Mercurio son “inalcanzables” de momento para el ser humano por las extremas condiciones que presentan.

Al pisar Marte no tendríamos que enfrentar una gravedad extrema ni tampoco un calor tan elevado que podría fundir el plomo. Ambas cosas sí ocurren en Venus, donde además existe una atmósfera altamente tóxica que produce lluvias de ácido sulfúrico. Por su parte Mercurio está tan cerca del Sol que registra temperaturas de hasta 450 grados, y al carecer de una atmósfera densa recibe una dosis de radiación letal para cualquier forma de vida.

Con esa breve explicación podemos entender a la perfección que la exploración espacial se haya centrado en Marte. Hace unos días os contamos que se había descubierto la presencia de un enorme acuífero en el polo sur del planeta rojo, cuya extensión podría ser de unos 20 kilómetros. Este descubrimiento ha generado una gran expectación, no sólo por lo que puede suponer como recurso para una futura misión tripulada, sino también porque el agua líquida suele ser sinónimo de vida, aunque sea en forma microbiana.

La importancia de la inclinación de Marte

En la Tierra existe una oblicuidad de 23,5 grados, lo que hace que el Polo Norte se incline hacia el Sol en ocasiones y que en otras se aleje del mismo. Esto tiene una consecuencia importante: las estaciones. Pues bien, Marte no es ajeno a esta realidad. Según los investigadores la oblicuidad de Marte ha cambiado en los últimos 3.500 millones de años y sus consecuencias son muy importantes, ya que nos permitirían entender con qué frecuencia se habría derretido el hielo y la nieve en dicho planeta para convertirse en agua líquida.

Los científicos confirmaron ese cambio a través de un estudio en el que montaron modelos computarizados de Marte con diferentes oblicuidades. Esas versiones del planeta rojo con diferentes inclinaciones fueron “bombardeados” con asteroides para valorar el efecto de los impactos y de los cráteres elípticos.

Esos cráteres creados por los asteroides que golpean el planeta en ángulos poco profundos tendían a distribuirse de una manera más uniforme sobre los modelos con oblicuidades más grandes, es decir sobre las versiones de Marte con un mayor ángulo de inclinación. En los modelos más verticales los cráteres elípticos tendían a agruparse alrededor del ecuador.

Cuando compararon sus modelos con la distribución de más de 1.500 cráteres elípticos presentes en la superficie de Marte los investigadores llegaron a una conclusión clara: en el pasado Marte se encontraba en un nivel de oblicuidad de entre 10º y 30º, cifras que no distan mucho de su oblicuidad actual de 25º.

Las interacciones gravitacionales con otros planetas también han afectado a la oblicuidad de Marte con el paso del tiempo, pero se cree que en ningún caso llegó a superar los 40º de inclinación, y fue durante cortos periodos de tiempo.

Todo esto sugiere que la leve inclinación que ha mantenido Marte durante toda su existencia podría haber contribuido a acelerar el proceso de secado de sus acuíferos subterráneos. Esto no quiere decir que el planeta sea una bola seca y árida, pero sí que indica que podría haber tenido una mayor cantidad de agua subterránea en el pasado y que hoy sus niveles de dicho elemento estarían “bajo mínimos”.

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