«Droja en el Colacao», 30 años del primer viral en España
El de viral es un término cuyo uso se ha generalizado de la mano de la proliferación de Internet. En la actualidad, raro es el día en el que los medios, especialmente los más generalistas, no publican al menos una noticia sobre el vídeo, el tweet, el meme, la reacción o lo que sea, que se ha convertido en viral. Sí, hemos llegado a un punto en el que se intentan viralizar las publicaciones que hablan sobre virales… la verdad es que te tienes que reír.
Sea como fuere, en el imaginario colectivo, y especialmente para millenials y generaciones posteriores, el de viral es un concepto intrínsecamente asociado a Internet, algo totalmente comprensible, dado que la eclosión de este esquema de difusión en lo referido a cualquier tipo de contenido ha necesitado de una plataforma como la red de redes para contar con el tablero de juego con las condiciones perfectas para que este tipo de difusión exponencial.
A día de hoy, son muchos los intentos de crear un viral. Ya sea por intereses profesionales o para satisfacer el propio ego, diariamente somos bombardeados con intentos de virales que, en su mayoría, no alcanzan el objetivo buscado. Sin embargo, no siempre fue así, tanto en los primeros tiempos de la popularización de Internet, como antes de que la red pasara a formar parte de nuestro día a día, la mayoría de los virales lo eran involuntariamente, como el caso que nos ocupa ahora.
El 27 de septiembre de 1993, lunes, ya caída la noche, nacía el que muchos consideran el primer viral en España. Por aquellos entonces, la noche de los lunes TVE emitía el programa Código Uno, un espacio dedicado a la crónica negra presentado por Arturo Pérez-Reverte y Mayte Pascual, que contaba con colaboradores como la inolvidable Margarita Landi y el ya menos activo pero también muy recordado Manuel Giménez, apodado por algunos (cariñosamente, lo aclaro) el Leslie Nielsen español.
En la noche del 27 de septiembre de 1993, la propuesta informativa del programa incluía, entre otras, una pieza de alrededor de 7 minutos, titulada «Desnudos de cargo», en la que informaban sobre los infortunios de José Tojeiro, un gallego emigrado a Suiza que, tras 30 años trabajando en el país alpino, había regresado a principios de ese mismo año a Cariño, un municipio de A Coruña con algo más de 5.000 habitantes en aquellos tiempos (el INE cifraba su población en 3.699 habitantes en 2022), en el que, con sus 55 años, el hombre aspiraba a disfrutar de una vida tranquila y placentera.
Eran otros tiempos, y otras mentalidades, así que el bueno de Tojeiro no tuvo pudor alguno en protagonizar un reportaje en el que contaba como había sido engañado por tres prostitutas , identificadas inicialmente como «vendedoras ambulantes» que, tras acudir a su vivienda en varias ocasiones, le habían robado una cantidad aproximada de cuatro millones de pesetas (unos 24.000 euros). Un buen pellizco pues, teniendo en cuenta el incremento de la inflación en España en estos 30 años, estamos hablando de lo que serían algo más de 50.000 euros en la actualidad.
La historia, por sí misma, ya contaba con los mimbres para hacerse popular, pero lo que la convirtió en viral fue, sin duda, la manera de expresarse de José Tojeiro. Fallecido en 2015, Tojeiro relataba con una impagable naturalidad que, al recibir un total de tres visitas de las prostitutas, éstas le habían drogado y habían aprovechado también sus descuidos para sustraerle francos suizos y pesetas que guardaba en su domicilio. Fruto de dicha naturalidad fueron, claro, algunas frases que empezaron a replicarse, prácticamente de inmediato, a lo largo y ancho de la geografía española.
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- Yo ya tenía fotografías de todas las formas, y en varios sitios.
- En cuando entraron, el saludo, ya amoroso, porque ya era había confianza de antes de esos días, no fue que tuve que hacer ningún sacrificio, ni exceso, que se ponían voluntarias.
- Entonces, voy a hacer el amor con una, pero que eran voluntarias, ¿eh?, no había problema… pero naturalmente yo les pagaba por eso, ¿eh?, sin ser una cifra de dinero excesivo.
- Y era cuando ellas tenían ese interés, en ir a cama, porque una quedaba libre así, en complot. Pa revolver, buscando dineros.
- Cuando fue el segundo robo, me echaron droja en el Colacao, que yo noté que durmiera muchas horas, imposible que yo duermo muy pocas horas, nunca dormí más.
- En resumidas cuentas, que estas mujeres eran prespitutas buscando domicilios para hacer la pituitación pero, no por pretuitación, sino por robar. Mientras una da el placer de prespuitación, la otra es cuando anda buscando objetos que le sirvan, dinero mucho mejor.
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La crónica del suceso, narrada por Tojeiro se convirtió, de inmediato, en un catálogo de memes que empezaron a ser reproducidos en todo tipo de conversaciones, dando lugar a un viral que, sin duda, no pretendía serlo. Palabras, frases y conceptos, como el del saludo amoroso y, sobre todo, el de la droja en el Colacao, han perdurado hasta la actualidad y que, de hecho, saltó de la calle a Internet cuando las redes sociales empezaron a proliferar. Un rápido vistazo al historial de esta búsqueda en Internet nos muestra que, así pasen los años, la adición de sustancias psicotrópicas al popular cacao soluble nunca ha dejado de estar vigente.
Así, aunque lo común es asociar viral a Internet, el aniversario que celebramos hoy nos recuerda que, en realidad, aunque de manera mucho menos común, estos fenómenos también se producían antes de que la red se convirtiera en la principal herramienta de comunicación de nuestra sociedad.
Imágenes de José Tojeiro y Margarita Landy, extraídas del fragmento del programa Código Uno publicado en RTVE Play.
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