Cult of the Lamb, análisis: sectas satánicas y criaturas adorables
El cordero ha sido uno de los platos fuertes en el mundo de los videojuegos este verano. En concreto este que vemos aquí, el adorable protagonista de Cult of the Lamb. Hemos tenido la oportunidad de probarlo en pc, y ha resultado que montar una secta de animalitos es tan divertido como suena.
Devolver Digital mantiene su garantía de calidad y buen gusto distribuyendo videojuegos independientes, y Cult of the Lamb no iba a ser menos. Desarrollado por Massive Monster, nos encontramos ante un juego que mezcla acción roguelike y aventura, todo ello acompañado de un diseño adorable que nos tiene en el bolsillo desde el minuto uno.
Cult of the Lamb: requisitos mínimos
- Procesador y sistema operativo de 64 bits
- SO: Windows 7 o posterior
- Procesador: Intel Core i3-3240 (2 * 3400); AMD FX-4300 (4 * 3800)
- Memoria: 4 GB de RAM
- Gráficos: GeForce GTX 560 Ti (1024 VRAM); Radeon HD 7750 (1024 VRAM)
- Almacenamiento: 4 GB de espacio disponible
Cult of the Lamb: requisitos recomendados
- Procesador y sistema operativo de 64 bits
- SO: Windows 10
- Procesador: Intel Core i5-3470
- Memoria: 8 GB de RAM
- Gráficos: GeForce GTX 1050 (2048 VRAM); Radeon R9 380 (2048 VRAM)
- Almacenamiento: 4 GB de espacio disponible
La aventura comienza con nuestro sacrificio, tras el que llegamos al más allá y nos encontramos a “Aquel Que Espera”, una deidad encadenada que promete devolvernos a la vida si acabamos con el resto de dioses y fundamos una secta para honrarle. Pinta bien. Nos da un sombrerito satánico que nos da entidad como cordero líder de secta y nos ponemos con ello. ¿Qué podría salir mal?
La aventura se basa, por tanto, en dos pilares fundamentales. La parte de matar al resto de dioses es puro roguelike. Nos adentramos en cuatro mazmorras tematizadas en las que nos enfrentaremos a diferentes enemigos e iremos recogiendo recursos, que nos ayudarán a desarrollar nuestra secta. Esta se establece en un prado que nos enseña un tal Ratau, y que, a base de construcciones y mejoras, acabará siendo el hogar en el que cada día explotarás a tus adeptos para que se sientan una parte más importante de la secta. Qué mejor motivo para levantarse cada mañana.
Las mazmorras se basan en tres movimientos, ataque físico, ataque especial y rodar por el suelo para esquivar. Puedes cambiar el nivel de dificultad en función del tipo de jugador que seas, así que resulta accesible para todo el mundo, sin renunciar a que se convierta en un reto si así lo queremos (Si vas a dejar un comentario indignado con este tema, ahórratelo, por favor). Resulta bastante adictivo, sobre todo las primeras horas de juego, para qué nos vamos a engañar.
En cuanto a la parte de desarrollo de la secta, tendrás que ir recopilando recursos, captando adeptos y fidelizándolos (que, como detalle importantísimo, son criaturas adorables a la par que, muchas de ellas, endemoniadas) y construyendo numerosos edificios que harán que tu grupo coercitivo (presuntamente) sea ese que cualquiera sueña con liderar.
El crecimiento de la secta irá de la mano de tu avance en las mazmorras. Así, irás consiguiendo nuevos recursos, desbloqueando construcciones y captando nuevos adeptos en tu secta. Estos, a su vez, además de adorarte y trabajar como esclavos para ti (porque les encanta, no porque les mandes a prisión o los sacrifiques si no te obedecen), acumularán fervor, un bien muy preciado para desbloquear nuevos edificios y mejoras, además de ventajas para combatir en las mazmorras.
Peleas como un cordero
Las armas y ataques especiales aparecen cada vez que inicias una nueva run, de forma aleatoria, y a lo largo de la mazmorra aparecerá alguna segunda opción por si quieres cambiar alguno de los ataques. Vemos poca variedad en cuanto a armas y ataques se refiere. De las primeras, apenas un hacha, una garra, un par de espadas y un martillo tan lento que, personalmente, me desesperé un poco ante enemigos rápidos.
En cuanto a los ataques especiales, tenemos algunos en área, otros en los que tendrás que apuntar a los enemigos, y otros que los perseguirá sin que tengas que hacer mucho más. Tengo que confesar que, en ocasiones, me olvidaba completamente de este tipo de ataques y hacía la mazmorra casi completa a base de ataques físicos.
Uno de los recursos que conseguirás en tus runs son huesos de enemigos abatidos, que te servirán de materia prima para llevar a cabo rituales, muy importantes en el día a día de tu secta. Con la devoción de tus fieles, además, irás desbloqueando doctrinas que marcarán vuestra filosofía. Tendrás que ir eligiendo entre dos opciones, normalmente una de ellas irá más orientada a tratar bien a tus adeptos y que, por consiguiente, te amen y respeten, y otra que tira más hacia que les explotes y te teman. Así, por ejemplo, podrás elegir entre que veneren a los fallecidos o que se conviertan en caníbales y se los coman. O que coman caca sin rechistar. Es cuestión de ser práctico.
Un detalle de agradecer es que, para salir de esta rutina de liderar una secta y enfrentarte a criaturas diabólicas (qué duro es ser cordero), tienes algunos escenarios adicionales para hacer acciones como pescar, comprar planos o retar a diferentes personajes a un minijuego de dados (algo bastante habitual en los últimos tiempos).
La pequeña caída del culto
Al principio del juego, conseguir devoción es un proceso relativamente lento, por lo que las mejoras por las que optas requieren de un pensamiento algo más estratégico, de cara a ver qué te interesa más para conseguir determinados objetivos. Pero llega un momento, aproximadamente una vez completadas las dos primeras mazmorras, en que consigues tanta devoción, casi sin darte cuenta, que el desbloqueo de construcciones se hace sin ton ni son, simplemente porque toca.
Tras comienzo frenético, lleno de cosas que hacer y decisiones que tomar, de repente y casi sin darte cuenta la mayoría de acciones pasan a ser un mero trámite. Empiezas a dejar de preocuparte por muchas cosas que al comienzo del juego eran la esencia del desarrollo de la secta. Además, durante tus inmersiones en las mazmorras, los desbloqueos pasan a ser únicamente de elementos decorativos, que, dependiendo de tu perfil de jugador, pueden importante más o menos. En mi caso, puse las decoraciones que exigían algunas misiones y prácticamente ninguna más.
Además de esto, la secta empieza a rodar prácticamente sola (salvo algunas acciones como el mini sermón personal de subida de lealtad), y si tienes los suficientes seguidores y te entretienes un poco más de la cuenta en los demás sitios (pesca, Knucklebones, etc.), o se te alarga una mazmorra, puedes llegar y encontrarte con tanto fervor acumulado que puedes desbloquear 3 o más mejoras.
Algo que me llamó la atención durante una de mis excursiones fuera de la secta, es que te van llegando notificaciones sobre lo que va pasando con tus adeptos (si alguno cae enfermo, muere o hay alguna novedad en general). El problema es que estas notificaciones pasan tan rápido que, como se acumulen varias, apenas puedes llegar a leerlas. Así que hay muchas posibilidades de que cuando llegues te encuentres con adeptos hambrientos (o directamente muertos de hambre) o incluso una pequeña rebelión con la que tengas que lidiar.
Conclusiones
Cult of the Lamb nos regala un comienzo emocionante plagado de cosas por descubrir, con una estética adorable que enamora y que contrasta con el rollo satánico de una forma que nos tiene en el bolsillo desde el minuto uno. Sin embargo, pasado el ecuador del juego aproximadamente, el ritmo afloja y lo trepidante se convierte en algo más rutinario, que deja de sorprender y hace que resulte todo un poco más repetitivo. Pese a ello, resulta un título más que recomendable, y esperamos con muchas ganas más contenido que nos haga pasar más horas de diversión junto al, probablemente, más carismático líder de una secta.
Cult of the Lamb está disponible para PC (Steam y GOG), PlayStation, Xbox y Nintendo Switch por un precio de entre 22,99€ y 24,99€, dependiendo de la plataforma.
Estética adorable
Posibilidad de ampliación de contenidos
Notificaciones se van demasiado rápido
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