Alva Majo y el bulo de los mineros: el riesgo de las opiniones
Si no sabes quién es Alva Majo, lo que procede es empezar con una introducción: hablamos de un joven desarrollador independiente de juegos, que en los últimos tiempos además ha ganado notoriedad primero como youtuber y posteriormente también como streamer en Twitch. En sus contenidos se combina su ácida e irreverente personalidad (que en mi opinión es un punto muy a favor, pues el resultado es realmente divertido y honesto), con la divulgación sobre del desarrollo de juegos, que trufa con aspectos de su vida personal, reflexiones, estado actual del desarrollo de sus proyectos, etcétera.
Dicho de otra manera, la propuesta de contenidos de Alva Majo nos abre la puerta al mundo y la vida de un desarrollador indie, y además lo hace desde la sinceridad. No se encuentran en sus contenidos, y esto es algo muy de agradecer, fórmulas manidas y facilonas, muy al contrario, demuestra siempre una visión pragmática del mundo del desarrollo indie de videojuegos, aportando un extra de sensatez a una audiencia, en gran parte muy joven, y con una imagen muy idealizada de un mundo que, en realidad, es bastante más complejo.
Si hablo de este modo es porque, como es fácil de imaginar, sigo a Alva Majo desde hace ya tiempo (creo que lo recordé buscando guías de Unity en YouTube, pero no estoy seguro) y, en este tiempo, he seguido tanto sus contenidos como, claro, los juegos que ha publicado en Steam y en otras plataformas, parte de los cuales he ido comprando a lo largo del tiempo. Y creo que junto con otros creadores de la escena indie actual, como Guinxu y HeyNau, que también son creadores de contenido además de desarrolladores, nos abre las puertas de un mundo tan complejo y pujante a la vez.
Enfatizo en lo de la honestidad porque está muy relacionado con lo ocurrido recientemente, y que me parece un ejemplo de algo que no va bien en Internet. Recientemente, Alva Majo publicó The one who pulls out the sword will be crowned king, un juego gratuito, de mecánica sencilla y con un marcador global que recoge los nombres de los últimos jugadores capaces de sacar la espada de la piedra. El juego, como digo, es gratuito, por lo que su única manera de generar ingresos es con un DLC de Steam que nos da acceso a su banda sonora.
El día de su lanzamiento, Alva Majo emitió un directo en Twitch, en el que se pudo ver algún fallo en el juego, concretamente en el marcador global, y lejos de ocultarlo, posteriormente subió un vídeo resumen de lo ocurrido. Y lo mismo cuando, poco después, descubrió que había alguien hackeando el marcador. Podría haberlo ocultado, pues al final señalaba posibles fallos en su desarrollo, pero en vez de ello documentó el proceso y lo hizo público, algo a lo que no estamos acostumbrados, desgraciadamente.
Uno de los primeros consejos que recuerdo haber escuchado en sus vídeos, era que es fundamental establecer una limitación de FPS en los juegos, algo que normalmente se hace por la vía de la sincronización vertical. Y es que un título sin límites a este respecto, llevará a la GPU al 100% de su rendimiento, y por añadidura también exigirá bastante más al resto de componentes. El problema es que establecer una sincronización vertical máxima en los ajustes de configuración del juego puede no ser suficiente, y esto es algo que ha ocurrido en este caso.
Así, cuando The one who pulls out the sword will be crowned king (a partir de ahora «el juego») llevaba ya unas semanas en Steam, aparecieron algunas reviews negativas que, sin aportar una sola prueba al respecto, afirmaban que el juego de Alva Majo era, en realidad, un minero de criptomonedas, conclusión a la que llegaron tras ver que hacía un uso de la GPU muy por encima de lo que cabría esperar de un título con ese.
Tras ver esa crítica, el desarrollador analizó la situación y llegó a la conclusión de que, en determinadas circunstancias, la sincronización vertical se desactivaba y, a partir de ese punto, el juego exigía al PC tantos fps como fueran posibles. Así, procedió a añadir una limitación férrea en este sentido en el código del juego e, inmediatamente, publicó una actualización con dicha corrección. Hasta ese momento, se habían publicado cuatro reviews negativas con esa acusación. En ese momento Alva Majo pensó que el problema estaba resuelto.
Craso error. Cuando me puse en contacto con él para preguntarle qué había ocurrido a continuación, me contó que después de solucionar el problema aún se produjeron otras 20 nuevas críticas negativas, con la misma acusación infundada. Y eso pese a que la actualización ya publicada solucionaba el problema de los fps ilimitados y, por lo tanto, hacía un uso de GPU. Y esto no es algo que me haya contado Alva Majo, es algo que he comprobado personalmente:
Adicionalmente, para complicar más la situación, pese a la enorme cantidad de críticas positivas al juego, Steam posicionó particularmente bien estas críticas negativas infundadas. Pero el tope de gama lo encontramos al saber que, ante una inicial falta de respuesta por parte de Alva Majo, ésta fue interpretada como confirmación de la acusación, pero cuando el desarrollador empezó a responder explicando la razón real del uso excesivo de GPU… las acusaciones tornaron a «Si se defiende tanto, será que lo del minero es cierto». Lamentable, pero real como la vida misma.
El problema, el verdadero problema de todo esto, es que tanto si esas críticas tienen su origen en la estulticia como si se originan en la maldad, pueden tener efectos muy reales y muy nocivos en aquello de lo que hablan. Por ejemplo, comenta Alva que pudo ver cómo un streamer con unos 5.000 viewers iba a mostrar el juego en uno de sus directos, pero que al ver las reseñas negativas dio marcha atrás y decidió no hacerlo. Una audiencia de 5.000 personas que se quedaron con el sabor de boca de que el juego era un minero.
Vivimos tiempos complicados, en los que más vale ser cautelosos, eso es indiscutible. Sin embargo, debemos tener mucho más clara la diferencia entre protegernos y plantear una acusación pública sin prueba alguna, ya que podemos estar «jugando» (en el peor de los sentidos) con el trabajo de una persona, como ha ocurrido en este caso con Alva Majo.
Si revisamos ahora las reviews negativas del juego, vemos que las acusaciones han desaparecido, si bien desconozco si han sido eliminadas por sus autores o si Steam las ha eliminado u ocultado tras comprobar que no son ciertas. Y dado el perfil público de Alva Majo, el impacto de este ataque (porque personalmente me parece un ataque) no ha sido demasiado alto. Ahora bien, ¿qué habría ocurrido si no hubiera podido solventar el problema con la rapidez con la que lo hizo? ¿Qué pasaría si, a día de hoy, el juego siguiera exprimiendo al máximo posible la GPU de algunos sistemas? El impacto podría haber sido mucho mayor.
Consultado sobre una reflexión al respecto, Alva Majo me compartía lo siguiente:
«Me parece preocupante que uno o varios usuarios maliciosos puedan causar daño tan fácilmente a un desarrollador indie. En mi caso, tengo los medios para defenderme, y aunque sea una gran molestia no es algo que vaya a arruinarme la vida, pero si hubiese tenido que sufrir algo así cuando empecé lanzando mi primer juego, me habría destrozado. Temo que algo así pueda convertirse en algo recurrente dada su efectividad y la falta de consecuencias.»
Y no podría estar más de acuerdo con él. Como he contado al principio, hablamos de una persona que ha logrado labrarse una imagen pública, que cuenta con una importante comunidad de seguidores, y que, como él mismo plantea, dispone de lo necesario para plantar cara a una acción de este tipo. Ahora bien, ¿y si en vez de ser Alva Majo hubiera sido, por ejemplo, Bocata Games, el estudio responsable de mi adorado Puerto Viejo?
Por norma general, las críticas y los comentarios de los usuarios se han convertido en un recurso clave a la hora de decidir si compramos/contratamos algo, y es algo lógico y comprensible, pues esta información, cuando es cierta, aporta mucho valor. El problema es que, desde hace ya tiempo, las opiniones en Internet se han desvirtuado por muchas razones. Hasta ahora, la principal eran las opiniones falsas para mejorar imagen, pero ahora, con el caso de Alva Majo y The one who pulls out the sword will be crowned king, vemos otra razón para verlas con aún más reservas.
Hablaba antes de la honestidad como uno de los valores que percibo con más fuerza en Alva Majo, y un ejemplo más de ello es que, lejos de intentar tapar todo lo ocurrido, optó por darle toda la visibilidad posible a través de su canal. Un vídeo que, si esto te ha parecido interesante, te recomiendo que veas:
Yo ya he dejado bastante clara mi opinión, y la de Alva Majo la puedes encontrar tanto en su reflexión al respecto como en el vídeo. Ahora me gustaría conocer la tuya. ¿Qué te parecen este tipo de acciones? ¿Sueles confiar en los comentarios de Steam y otras plataformas? ¿A qué achacas tú acciones como esta?
La entrada Alva Majo y el bulo de los mineros: el riesgo de las opiniones es original de MuyComputer
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