Basura espacial: un nuevo incidente para una larga lista

Hay ocasiones en las que a uno le gustaría no tener razón, y en mi caso hablar de basura espacial es una de esas ocasiones. Y es que frente al optimismo generalizado por tener una órbita baja superpoblada de satélites que proporcionan determinados servicios, y a riesgo de parecer catastrofista, cada día tengo más claro que esa región que rodea nuestro planeta es, a día de hoy, un accidente esperando para ocurrir, y esto parece estar cada día un poco más cerca.

Seguramente recordarás que, de manera reciente, te contamos dos incidentes que tuvieron lugar en la órbita baja, uno relacionado con la Estación Espacial Internacional y unos restos de basura espacial, y un segundo en el que los protagonistas fueron la Estación Espacial China y un satélite de Starlink que no actuó para salir del rumbo de colisión, una negligencia totalmente injustificable, y que debería forzar a los reguladores a exigir a SpaceX una más que notable mejora en sus sistemas de seguridad, que con ese incidente se han mostrado totalmente ineficientes.

La buena noticia es que en este tipo de casos es factible mejorar los sistemas y los protocolos de actuación. ¿La mala? Que en el caso de la basura espacial, no hay manera de controlarla. Orbita alrededor de nuestro planeta y sí, tarde o temprano terminará por caer a la atmósfera, donde se desintegrará, pero pueden pasar años o décadas hasta entonces, y mientras tanto cada inservible fragmento de basura espacial provoca riesgos de lo más preocupantes.

Aunque existe un censo con información sobre buena parte de la basura espacial existente en la actualidad, hay fragmentos de la misma cuyo tamaño es demasiado pequeño como para poder ser detectados, por lo que suponen una amenaza incontrolable. Y por otra parte, tenemos las malas prácticas por parte de determinados países, que actúan como si el espacio fuera de su propiedad exclusiva, mostrando así una más que considerable falta de respeto al resto del mundo. Ya sea por superpoblar la órbita baja, como está permitiendo la administración estadounidense a SpaceX, o por realizar pruebas como la llevada a cabo recientemente por Rusia.

Y es que hace unos meses, en el contexto de unas pruebas militares, Rusia destruyó un satélite propio que había quedado obsoleto, provocando la desintegración tanto del mismo como la del proyectil empleado para tal fin, algo que se tradujo, efectivamente, en un buen montón de basura espacial añadiendo un extra de emoción a la órbita baja. El incidente de la Estación Espacial Internacional que he mencionado anteriormente, fue responsabilidad precisamente de dicha basura.

Y ahora hemos sabido, por una publicación en Weibo (en chino) de China Aerospace News, que los restos del satélite ruso estuvieron cerca de colisionar con un satélite chino, increíblemente cerca si nos atenemos a las cifras dadas por las autoridades chinas, aunque es cierto que resulta difícil confirmar esos datos exactos, por la falta de precisión de los medios para tal fin. Y es que las autoridades chinas afirman que los restos de basura espacial de la detonación rusa pasaron a tan solo 14,5 metros de su satélite científico Tsinghua.

Es posible que en realidad fuera a unos cientos de metros, pero en cualquier caso entidades no relacionadas con ninguno de ambos países han confirmado el incidente, con el satélite y los restos de basura espacial en rumbo de colisión. Y aquí es cuando recuerdo lo mencionado anteriormente, y es que hablamos solo de los fragmentos de basura espacial identificados y controlados. Y es que según Estados Unidos, la detonación rusa produjo al menos 1.500 fragmentos de escombros rastreables, pero también «probablemente cientos de miles de piezas de escombros orbitales más pequeños«.

Y ahora repito lo que dije al principio y te pregunto tu opinión: ¿qué opinas de lo que está ocurriendo en la órbita baja? ¿Crees, como es mi caso, que es un accidente esperando a ocurrir o, por el contrario, eres más optimista al respecto?

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