Windows 10 cumple cinco años entre luces y sombras
Windows 10, el último sistema operativo cliente de Microsoft, cumplió ayer sus primeros cinco años desde el lanzamiento de la primera versión de disponibilidad general. Un lustro de luces y sombras, donde el sistema ha cambiado bastante y ha mejorado en algunos de sus apartados, pero al que le queda mucho para convertirse en un desarrollo rotundo. Quizá su misma base no lo permita nunca.
Microsoft sorprendió al personal cuando en septiembre de 2014 anunció el nuevo sistema operativo «Windows 10». Nadie lo esperaba ya que todo apuntaba a que Windows 9 sería el nombre elegido. Además, los chicos de Microsoft se lo montaron muy bien para ocultar la sorpresa y unos días antes simularon una filtración de la página de descarga de la versión Technical Preview que incluía la denominación «Windows TH». Todos los medios nos hicimos eco del supuesto «error» y así la sorpresa de Windows 10 fue completa.
Una anécdota para arrancar un desarrollo importante que tenía la misión de superar el fiasco de Windows 8 (mejorado con Windows 8.1) y acercarse al exitoso Windows 7. Como sabrás, Microsoft tiene un historial de entrega de sistemas buenos y malos que se repiten con cada lanzamiento. Windows 10 tocaba «bueno» pero… se ha quedado en regular en nuestra opinión. Y eso que Nadella proclamó en el anuncio que «querían pasar de las personas que necesitaban Windows, a elegir Windows y amar a Windows. Ese es nuestro audaz objetivo con Windows 10″.
Lanzamiento de Windows 10
Microsoft apostó por el concepto de «Windows como servicio» para acabar con la era de los Service Packs y como el gran cambio en el desarrollo del sistema. Un modelo de actualización contínua que permitiría mantener al día el sistema y no solo en el apartado de la seguridad, sino en solución de bugs, nuevas características y tecnologías. Para ello se planearon dos versiones anuales mayores que se ofrecerían como actualizaciones acumulativas en primavera y otoño, en una constante evolución mediante un método rolling release similar al que emplean las distribuciones GNU/Linux.
Windows 10 se creó sobre la base de un concepto multiplataforma y multidispositivo, englobando el desarrollo del Windows de escritorio, Windows RT, Windows Phone y hasta la dashboard de Xbox One. Ello conseguiría ofrecer una experiencia de usuario similar y consistente desde cualquier dispositivo Windows. La estrategia debería haber facilitado también un desarrollo de aplicaciones común bajo el concepto de «aplicaciones universales», creadas para funcionar adaptándose a la pantalla y hardware en cualquier dispositivo con Windows 10.
Además, fue la primera vez que Microsoft ofreció gratuitamente un sistema operativo como actualización de los anteriores. En concreto, Windows 10 sería gratuito para clientes con licencia válida de Windows 7 y Windows 8.1 siempre que la realizasen durante el primer año de lanzamiento del sistema. Tan importante como lo anterior fue la promesa de «actualización gratuita durante toda la vida del dispositivo». Es decir, quien actualizara a Windows 10, tendría gratis las próximas versiones del sistema siempre que el hardware lo permitiera.
Bien sobre el papel, el objetivo del sistema era muy ambicioso y Microsoft aspiraba a instalar Windows 10 en 1.000 millones de dispositivos en los 2-3 años siguientes al lanzamiento, vía preinstalaciones en equipos nuevos o mediante las actualizaciones que se esperaban masivas gracias a la gratuidad y otras novedades como las mejoras en la interfaz de usuario; las de seguridad y gestión; DirectX 12; Cortana; Continuum o el navegador Microsoft Edge.
Los problemas de Windows 10
Pronto Microsoft se dio cuenta que no iba a cumplir el grado de adopción que se había marcado para el sistema. La compra de Nokia había terminado en desastre y la salida de Microsoft del negocio de la telefonía móvil tras el abandono de Windows Phone/Mobile impidió sumar millones de dispositivos móviles al objetivo de Windows 10 como sistema único para «gobernarlos a todos«.
La aceptación de los usuarios de PCs tampoco fue la esperada. Aunque había razones poderosas para actualizar, también había otras para no hacerlo e incluso para «pasar» de Windows. Una gran mayoría de usuarios optaron por no actualizar y permanecer en Windows 7. A los cuarteles de Redmond llegaron los nervios y se inició una campaña de actualización «obligatoria» tan agresiva como para que se presentaran demandas contra Microsoft.
Se actualizaron equipos sin consentimiento con desinstalación de aplicaciones y pérdida de datos incluidos, y se usaron patrones «oscuros» muy poco éticos, camuflando el terrible «Get Windows 10» en actualizaciones de seguridad o con diseños de gestión de la aplicación que buscaban forzar la actualización sin respetar la decisión de los usuarios. No fue el mejor inicio para un sistema tan ambicioso.
Tampoco gustó la interfaz de usuario con una Modern UI creada pensando en los dispositivos móviles y no en el escritorio sin pantallas táctiles. El problemático menú de inicio con sus mosaicos interactivos sigue coleando cinco años después; el asistente digital Cortana simplemente ha tenido que ser suprimido del sistema operativo ante la falta de uso; el centro de acción no cumple con lo prometido y así podríamos nombrar otros cuantos apartados, incosistencia de diseño y duplicidades de herramientas internas tan importantes como el Panel de Control y la Configuración.
Y más problemas. Las aplicaciones de Windows son otra cuestión que colea desde que Microsoft apostó por la plataforma universal UWP, insistió en la exclusividad de la Microsoft Store y dejó a su suerte las Win32, las de toda la vida y que usamos a diario millones de usuarios y empresas. El resultado ya lo conoces: un fiasco, sin interés para consumidores y desarrolladores, que ha provocado un cisma en el software para Windows que Microsoft está intentando resolver. Y hablando de software, el Bloatware es otra cuestión a resolver.
Otro apartado que penalizó el lanzamiento de Windows 10 fue el de la privacidad. Las críticas sobre la recolección y uso de información personal fueron furibundas y hablaron directamente de ‘gran hermano’ y de espionaje de todo lo que hacía el usuario. Ciertamente la configuración por defecto era terrorífica, dejaba al usuario «vendido» y se sucedieron las demandas incluyendo una investigación de la Comisión Europea. Afortunadamente, fue una cuestión que Microsoft mejoró de inmediato.
Y para no hacer el artículo eterno, las actualizaciones. Microsoft tiene un problema de calidad de software en Windows 10 e instalar las actualizaciones se ha convertido en un ejercicio de alto riesgo para equipos y archivos, con graves problemas de estabilidad que han llegado hasta la eliminación de algunas. El nuevo modelo de “Windows-como-servicio” exigen un mayor proceso de prueba y de control de calidad que Microsoft no ha conseguido implementar.
Presente y futuro de Windows 10
Con todo lo anterior cualquiera diría que el sistema operativo tiene sus virtudes. Pues las tiene. Funcionar, cuando no hay errores, funciona y funciona muy bien. Los requisitos mínimos siguen siendo muy contenidos lo que permite instalarlo en un gran número de equipos, el soporte de hardware es cuasi-infinito y el de software también es amplísimo para todo tipo de aplicaciones una vez olvidado el intento de «forzar» Windows Store y las UWP.
Microsoft ha ido mejorando casi todos los apartados de la interfaz comenzando por un menú de inicio más personalizable, sin mosaicos interactivos y más cercanos al de Windows 7 como piden los usuarios. Los nuevos modos «oscuro» y «claro» están bien implementados, al igual que el nuevo conjunto de iconos más atractivos y modernos, bajo un modelo de diseño «Fluent Desing» que abarca cada vez más partes de la interfaz y que es el camino a seguir para la consistencia del Windows 10 del futuro. Por otro lado, los componentes heredados persistentes como el Panel de Control aún no se han resuelto, pero ya hemos visto que Microsoft está en la tarea.
El difunto Steve Jobs dijo una vez que «Microsoft no tenía gusto» y a veces es difícil estar en desacuerdo. El diseño no es la mayor fortaleza de Microsoft y aunque ha mejorado, Windows 10 no aguanta comparación con sistemas tan impresionantes en diseño y usabilidad como macOS Big Sur. En todo caso esperamos mejoras como hemos visto en la variante Windows 10X.
En cuanto a las actualizaciones, la última versión Windows 10 2004 ha ganado en estabilidad aunque no esté exenta de errores y todo apunta que Microsoft terminará apostando por una única versión anual para limitar los fallos. Si te preocupa la privacidad, también hemos visto mejoras. Windows 10 sigue recopilando datos (como todo servicio en Internet), ha mejorado su gestión, transparencia y personalización.
Para el futuro, se esperan cambios importantes de la mano de Windows Core System, el futuro de los sistemas operativos de Microsoft bajo una concepción modular como característica principal. Un núcleo básico al que se le irán añadiendo capas a base de módulos para adaptarse a cada dispositivo donde se ejecute. Y sería cualquiera, desde portátiles a la Xbox, pasando por los HoloLens o los nuevos dispositivos plegables o con pantalla flexible.
Windows 10 no reemplazará a Windows 7 o Windows XP en los corazones de los seguidores clásicos de Microsoft y mucho menos lo «amaremos» como prometía Satya Nadella, pero ha ido mejorando en estos cinco años y esperamos novedades para el futuro. En definitiva, no hay otra cosa disponible si optas por el ecosistema Windows. Te toca participar: ¿Cuál ha sido y es tu experiencia con Windows 10?
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