Cinco errores que debes evitar al montar un procesador Intel
Si te has decidido a montar un PC, o a actualizar tu equipo, con un procesador Intel espera, no te precipites. Antes de lanzarte es importante que tengas en cuenta algunas consideraciones básicas que te ayudarán a evitar errores que, por su relevancia, te harán gastar una cantidad de dinero innecesaria y que pueden, además, acabar siendo un problema a medio o largo plazo.
Ya sé que puede que le hayas dado muchas vueltas, y que es probable que tengas en tu cabeza una configuración estupenda, pero párate un momento y dale una última vuelta para confirmar que no has cometido ninguno de los cinco errores que vamos a repasar a continuación. Solo te llevará unos minutos, y puede evitarte más de un disgusto importante.
Por otro lado, con esta guía también queremos ayudaros a superar algunos de los mitos más importantes que todavía subsisten y que siguen haciendo bastante daño a los usuarios con menos experiencia, ya que estos son los más propensos a dejarse llevar por ellos.
En caso de que tengas pensado montar un equipo con un procesador Ryzen 3000 de AMD te invito a repasar esta guía que publicamos hace unas semanas, donde encontrarás también cinco errores importantes que debes evitar. Como siempre, si tenéis cualquier duda podéis dejarla en los comentarios y estaremos encantados de ayudaros a resolverla. Sin más, empezamos.
1.-Procesador Intel y sistema de refrigeración
Muchos de los procesadores que comercializa Intel no incluyen un sistema de refrigeración, y el modelo que viene de serie con algunos chips ofrece una capacidad de disipación limitada, lo que significa que no es capaz de mantener unas temperaturas de trabajo realmente buenas cuando se utilizan con procesadores de gama media-alta, y mucho menos con procesadores de gama alta.
Sin embargo, esto no quiere decir que el sistema de disipación que proporciona Intel no sirva para nada, de hecho ocurre todo lo contrario, pero sí que es cierto que debemos ser conscientes de sus limitaciones y de la realidad de las cargas de trabajo que vamos a afrontar cada día. Si solo vamos a jugar y a utilizar aplicaciones que no van a cargar nunca al 100% el procesador el sistema de disipación tendrá menos calor que disipar, y a la inversa.
No te obsesiones con comprar un sistema de disipación mejor que el que incluye el gigante del chip en algunos de sus procesadores, ya que en la mayoría de los casos este cumple sin problemas. Por ejemplo, el Core i5 10400F alcanza unas temperaturas máximas de 77 grados en una situación de estrés total con el ventilador de stock, lo que significa que en entornos normales donde la carga de trabajo no es tan alta posiciona fácilmente por debajo de los 70 grados.
Como podéis ver no está nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un procesador de 6 núcleos y 12 hilos. Sin embargo, si tenemos previsto montar un procesador Intel más potente debemos considerar la compra de un disipador por aire de mayor calidad, o de un sistema de refrigeración líquida AIO de 120 mm.
Obvia decir que si queremos montar un procesador Intel serie K y vamos a hacer overclock tendremos que tener mucho cuidado con la elección del sistema de refrigeración. Como referencia os puedo confirmar que los Core i5 10600K y Core i7 10700K funcionan a la perfección con un sistema de refrigeración líquida AIO de 240 mm de calidad, pero para «domar» al Core i9 10900K con overclock y mantener unas temperaturas aceptables vamos a necesitar un kit de refrigeración líquida AIO de 360 mm, ya que con un kit de 240 mm nos movemos en la franja de los 85-90 grados cuando la carga de trabajo es intensa.
En resumen, no es imprescindible cambiar el disipador de stock en muchos casos, de hecho podemos aguantar perfectamente con él hasta llegar al nivel de un Core i5 10400F, pero si vas a montar un procesador Intel más potente no escatimes en el sistema de refrigeración.
2.-La velocidad de la memoria RAM importa
Es cierto, cualquier procesador Intel tiene una menor dependencia de la velocidad de la memoria RAM que los procesadores Ryzen equivalentes. Esto tiene una explicación lógica que os contamos en este artículo, y es que los primeros utilizan una arquitectura de núcleo monolítico en la que todos los núcleos se encuentran dentro de una misma pastilla de silicio, mientras que los segundos parten de una arquitectura módulo multi-chip, en la que los núcleos se reparten en dos pastillas de silicio interconectadas mediante un sistema Infinity Fabric.
Sin embargo, esto no quiere decir que el rendimiento de un procesador Intel no dependa de la frecuencia de trabajo de la memoria RAM. Pongamos como ejemplo al Core i5 10400F, un chip que he tenido la oportunidad de probar durante bastante tiempo y que me ha dejado un buen sabor de boca por su buen valor calidad-precio. Este chip se limita a memoria DDR4 a 2.666 MHz salvo que lo montemos en una placa base Z490.
Al utilizar dicho chip con memoria a 2.666 MHz su rendimiento en algunos juegos es inferior al que obtenemos al configurarlo con memoria DDR4 a 3.200 MHz, pero logra superar, en muchos casos, a un Ryzen 5 3600 con memoria DDR4 a 3.200 MHz. Esto nos dice algo muy importante, y es que el hecho de que se imponga al Ryzen incluso al utilizar memoria más lenta es un indicativo claro de esa menor dependencia de la velocidad de la RAM a la que hemos hecho referencia. Si utilizamos ambos procesadores con memoria DDR4 a 2.666 MHz el Core i5 10400F se impone de manera clara.
Debemos sacar en claro de todo esto que la velocidad de la memoria RAM importa aunque vayamos a montar un procesador Intel, y que debemos buscar valores óptimos en relación precio-rendimiento. No tiene sentido montar un Core i5 10600K con memoria RAM DDR4 a 4.333 MHz porque la mejora de rendimiento será inapreciable frente a una configuración a 3.200 MHz, y tampoco debemos montar un Core i5 10400F con memoria DDR4 a 2.133 MHz, porque estaremos perdiendo rendimiento a cambio de un ahorro casi nulo.
Dicho esto, y para que tengáis una referencia, podemos decir que un procesador Intel serie K montado en una placa base Z490 debe ir acompañado de memoria RAM DDR4 a 3.200 MHz, ese es el nivel óptimo en relación precio-rendimiento. En plataformas inferiores no debemos bajar nunca de los 2.666 MHz.
3.-Obsesionarte con la serie «K»
Sé que la idea de llevar un procesador hasta los 5 GHz es atractiva, pero realmente no es imprescindible. El rendimiento que ofrecen a día de hoy procesadores tan económicos como el Core i5 10400F es más que suficiente para cualquier usuario, incluso aunque tengas pensado jugar a títulos exigentes. Gracias a su alto IPC, a sus 6 núcleos y 12 hilos y a su modo turbo de hasta 4 GHz con todos los núcleos activos podrás mover cualquier cosa sin problema.
Los procesadores serie «K» con llevan un aumento importante del precio, de hecho solo tenemos que ver lo que cuesta el Core i5 10600KF y lo que vale el Core i5 10400F. El primero está disponible por unos 270 euros, y el segundo cuesta unos 172 euros. Los dos tienen 6 núcleos y 12 hilos, y cuentan con el mismo IPC, pero el primero funciona a mayor frecuencia y admite overclock, lo que significa que podemos llevarlo hasta los 4,9 GHz o 5 GHz con un poco de suerte.
La diferencia de precio son 100 euros, y a esa cifra debemos añadir el coste del sistema de refrigeración, ya que el primero viene sin disipador de serie. Si nos hacemos con una refrigeración líquida AIO de 240 mm la cosa ya se dispara, de eso no hay duda. ¿Merece la pena entonces comprar el Core i5 10600KF? Para un usuario que quiere obtener el mejor rendimiento posible y tiene presupuesto de sobra sí, puede ser una buena opción, pero para la mayoría de los usuarios el Core i5 10400F es una alternativa mucho más equilibrada e interesante.
No te olvides de que Intel ha integrado un modo turbo bastante equilibrado en sus procesadores, y que gracias a él se ajustan las frecuencias de trabajo de forma dinámica para conseguir el mejor rendimiento posible. Si compras un procesador Intel Core i5 10400F este no funcionará a 2,9 GHz, esa es su frecuencia base, pero se ajustará entre los 4,3 GHz y los 4 GHz según la carga de trabajo que estés sacando adelante.
Con lo que te ahorras por esa diferencia de precio podrías comprar, por ejemplo, una tarjeta gráfica más potente o un SSD de mayor capacidad, así que tenlo en cuenta.
4.-Placa base: en su justa medida
Todavía existen muchos mitos alrededor de la placa base. Muchos usuarios creen que si vamos a montar un procesador Intel Core i9 10900K tenemos que comprar, sí o sí, una placa base de 400 euros. Nada más lejos de la realidad, de hecho esa idea es un auténtico disparate, ya que nos podríamos apañar perfectamente con una placa base de poco más de 200 euros como la MSI MAG Z490 TOMAHAWK, que cuenta con un VRM de 12 + 2 fases bien refrigerado, lo que significa que es capaz de mover incluso un Core i9 10900K subido de vueltas.
La elección de la placa base dependerá en gran medida del procesador Intel que vayamos a comprar, pero podemos fijar una serie de reglas generales que os servirán como punto de partida para acertar. Si vamos a comprar un procesador serie «K», como por ejemplo un Core i5 10600K o superior, no deberíamos gastar más de 200-250 euros en la placa base.
En el caso de procesadores que no sean serie «K» no necesitamos una placa base serie Z490. En el caso de modelos económicos, como el Core i5 10400F e inferiores, lo ideal es no gastar más de 75-110 euros en la placa base. Esa franja de precios nos lleva directamente a los modelos equipados con chipsets B460 y H470.
Como dije en la guía dedicada a los Ryzen 3000, lo ideal es buscar placas base que tengan un precio de entre un tercio y (como máximo) la mitad de lo que nos ha costado el procesador.
5.-Procesador Intel y núcleos: una mirada realista
Ya hemos visto que no debemos obsesionarnos con el overclock, y tampoco debemos hacerlo con los núcleos. El mínimo recomendado a día de hoy, si tenemos previsto jugar y utilizar aplicaciones exigentes, está en un procesador de seis núcleos y doce hilos. Así, un procesador Intel como el Core i5 10400F tiene todo lo que vamos a necesitar a corto y a medio plazo, y su precio es muy bueno.
Si tenemos un presupuesto elevado podríamos sentirnos tentados y lanzarnos a por el Core i9 10900, pero lo cierto es que no le vamos a sacar partido salvo que trabajemos con aplicaciones que requieran de un alto grado de paralelizado. Los juegos apenas han empezado a aprovechar los procesadores de seis núcleos, y la mayoría de las aplicaciones de consumo general funcionan de maravilla en configuraciones de cuatro núcleos, así que montar un procesador de 10 núcleos y 20 hilos es, para la mayoría de los usuarios domésticos, innecesario.
Sé lo que estáis pensando, ¿entonces no debo pasar de los seis núcleos y doce hilos? Si tienes un presupuesto muy ajustado no, no debes pasar de esa franja. En caso de que tu presupuesto sea más elevado y quieras montar un procesador Intel más potente con vistas a largo plazo la mejor opción a día de hoy la tenemos en el Core i7 10700, que tiene 8 núcleos y 16 hilos y cuesta unos 351 euros. Su modo turbo es bastante generoso, ya que llega a los 4,8 GHz con un núcleo activo.
En conclusión, no vale la pena montar un procesador de más de 8 núcleos y 16 hilos a día de hoy. Ten en cuenta que con la llegada de PS5 y Xbox Series X es probable que este tipo de procesadores empezarán a tener un mayor grado de aprovechamiento en juegos, pero esto no ocurrirá de la noche a la mañana.
Si quieres jugar olvídate de los chips de 10 o más núcleos, e invierte lo que te ahorras en una tarjeta gráfica más potente.
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