Wi-Fi lento: cómo arreglarlo en solo unos minutos
Es un problema mucho más normal de lo que pueda parecer, de hecho creo que casi todos hemos sufrido en más de una ocasión el problema de tener un Wi-Fi lento. Estás utilizando tu smartphone, tu portátil o cualquier otro dispositivo conectado a tu red y, de repente, ves que esa página de Internet que quieres visitar no termina de cargar, o que esa película que estabas viendo en streaming se queda parada o se pixela hasta un nivel insoportable.
Detrás de un Wi-Fi lento pueden haber muchos problemas distintos, pero por suerte en la mayoría de los casos podemos resolverlo de una manera sencilla y sin esfuerzo, siempre que sepamos qué es lo que tenemos que hacer exactamente.
En este artículo queremos profundizar en esa cuestión, y vamos a compartir con vosotros una serie de recomendaciones que os ayudarán a resolver los problemas que pueden haber detrás de un Wi-Fi lento. Os vamos a dar una lista ordenada para que pongáis en práctica cada consejo siguiendo el listado adjunto. La razón es simple, no tiene sentido empezar a trastear si no estamos seguros de que la conexión que nos proporciona nuestro IPS está bien (si el problema viene de este no podremos hacer nada, solo esperar a que lo resuelva).
Wi-Fi lento: un vistazo a las posibles causas
Este problema puede manifestarse de muchas maneras distintas. Por ejemplo, es posible que llevemos varias horas disfrutando de una velocidad muy buena y que de repente notemos una caída enorme que nos impida continuar con lo que estábamos haciendo, o que se produzca únicamente en momentos y horas concretas.
Si nos encontramos con cualquiera de esas dos situaciones ese Wi-Fi lento puede deberse a la presencia de intrusos en nuestra red, que entran en momentos concretos a consumir nuestro ancho de banda, lo que explica esa pérdida de rendimiento, aunque también cabe la posibilidad de que se haya producido una caída momentánea del servicio y que el culpable sea nuestro proveedor.
En caso de que tengamos un Wi-Fi lento de forma permanente las causas pueden ser diversas: intrusos en nuestra red que la utilizan de forma constante, infección por malware, injerencias externas y fallos en el servicio suelen ser los más habituales.
Primer paso: comprueba el estado de tu conexión
Es básico, debemos comprobar que nuestra conexión funciona correctamente porque esto nos permitirá descartar que el Wi-Fi lento se debe a problemas asociados a nuestro proveedor de Internet.
La manera más sencilla de comprobar el estado de nuestra conexión a Internet es realizar una prueba de velocidad, como speedtest por ejemplo. Si vemos que se producen retrasos durante el proceso, notamos que hay picos muy marcados o incluso parones, o alguna de las pruebas (bajada y subida) no termina de forma satisfactoria o se registran velocidades anormalmente bajas lo más probable es que tengamos un problema de conexión vinculado a nuestro proveedor.
Si el problema viene del proveedor no podemos hacer nada, será este el que tendrá que solucionar esos problemas. En caso de que tengáis dudas poneos en contacto con él directamente, es lo más sencillo.
Segundo paso: análisis de malware
Una medida muy rápida y sencilla de poner en práctica, tanto que merece la pena ponerla en práctica nada más confirmar que el problema no viene de nuestro proveedor.
Como sabrán muchos de nuestros lectores las infecciones por malware son uno de los problemas más habituales cuando hablamos de Wi-Fi lento. Si has sufrido una infección y no te has dado cuenta es probable que tengas algún tipo de software malicioso consumiendo recursos de red, y que esto afecte a tu conexión y provoque esa lentitud.
Normalmente basta con realizar un análisis de seguridad y eliminar el malware. Windows 10 incorpora Windows Defender, una herramienta gratuita que ha mejorado de forma notable durante los últimos años hasta convertirse en una solución antimalware verdaderamente efectiva y fiable, así que podemos utilizarla para resolver este problema.
Tercer paso: aplicaciones en segundo plano
Este paso también es muy sencillo. Las aplicaciones en segundo plano que consumen ancho de banda representan otra causa frecuencia de pérdidas de rendimiento importantes que pueden generar esas situaciones de Wi-Fi lento.
No es complicado de entender. Si una aplicación abre una actualización en segundo plano y empieza a realizar una descarga muy pesada consumirá el ancho de banda de tu conexión a Internet, y experimentarás una lentitud considerable.
Para solucionar este problema solo tienes que buscar aplicaciones en segundo plano que puedan estar consumiendo ancho de banda. Es muy fácil, entras en el «Administrador de Tareas» y miras en la pestaña «Procesos», ahí encontrarás todos los procesos activos y verás el consumo de recursos de los mismos. Los que registren un mayor uso de la red son los que tendrás que suprimir.
Cuarto paso: descarta la presencia de intrusos
Muchos usuarios creen que es imposible que tengan intrusos en su red Wi-Fi, pero la verdad es que es un problema más común de lo que pueda parecer a simple vista, de hecho yo mismo lo sufrí en su momento.
Ya os he contado el caso en otros artículos. Durante varios días notaba que mi conexión funcionaba muy mal, pero solo ocurría durante unas horas concretas. Intenté resolver el problema de varias maneras, pero el causante era un vecino que había entrado en mi conexión Wi-Fi. Pequé de exceso de confianza, ya que no creía que un vecino pudiera llegar a hacer eso, pero así fue.
Para saber con seguridad si tenemos invitados no deseados en nuestra red Wi-Fi solo tenemos que entrar en los ajustes de nuestro router (introducimos 192.168.0.1 en el navegador y nuestros datos de usuario) y mirar qué dispositivos se han conectado recientemente. En este sentido, ciertos fabricantes, como AVM, ofrecen aplicaciones gratuitas que nos permiten monitorizar por completo nuestra conexión Wi-Fi desde cualquier PC, smartphone o tablet compatible.
¿Has descubierto que tienes intrusos? Pues no te preocupes, cambia la contraseña del Wi-Fi y listo, no podrá volver a conectarse de forma automática.
Quinto paso: el entorno y el router
Un Wi-Fi lento también puede producirse por una mala colocación del router. Si lo hemos ubicado en una posición baja y rodeado de obstáculos es probable que la conexión Wi-Fi pierda intensidad y rendimiento de forma notable incluso antes de abandonar la habitación en la que se encuentra el router.
Si dicha señal tiene que afrontar, además, muchos obstáculos y muros antes de llegar al lugar desde el que queremos conectarnos a Internet el problema será todavía mayor.
Para solucionar este problema solo tenemos que ubicar el router en una posición céntrica, elevada y libre de obstáculos. Dejar las puertas abiertas y retirar los obstáculos que puedan interferir con el Wi-Fi también puede marcar una diferencia importante.
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