Nuestros lectores hablan: Intel y el problema de los 10 nm

Intel es un gigante, tanto sus resultados como su capitalización de mercado lo demuestran. También debemos tener en cuenta que, dentro del sector tecnológico, es imposible dar siempre en la diana, es decir, no siempre podemos hacer las cosas bien, o al menos tan bien como nos gustaría.

Si miramos al sector de los procesadores de consumo general nos daremos cuenta de que tanto Intel como AMD han conseguido muchos logros importantes, y que ambas han tenido en algún momento la corona del rendimiento en sus «cabezas». Sin embargo, desde que Intel empezó la transición a los 10 nm ha ido entrando, de forma gradual, en una situación cada vez más complicada.

Cuando hablamos de «situación complicada» debemos darle el contexto adecuado. Esto no quiere decir que Intel se encuentre en un mal momento, nada más lejos de la realidad, pero sí que implica que está teniendo problemas para avanzar al ritmo que la compañía tenía previsto, y que esto ya está empezando a pasarle factura.

Remontémonos a 2017. En aquel año Intel tenía en el mercado los procesadores Kaby Lake, una generación que utilizó el proceso de 14 nm+, y que marcó el final de la estrategia «tick-tock» del gigante del chip. AMD no tenía nada con lo que competir, y parecía que nunca iba a ser capaz de recuperarse, pero la compañía de Sunnyvale dio la campanada con Zen, una arquitectura MCM (módulo multi-chip) que puso patas arriba el sector, y que supuso el retorno, por la puerta grande, de AMD.

Intel estuvo tranquila, al fin y al cabo mantenía la corona del rendimiento en términos de IPC, y su arquitectura de núcleo monolítico permitía unas frecuencias de trabajo mucho más altas. Con Coffee Lake los de Santa Clara subieron el conteo de núcleos y de hilos a 6 y 12, respectivamente. La respuesta de AMD fue Zen+, una arquitectura que venía a ser una leve mejora sobre Zen, y que no terminó de poner en aprietos a Intel.

Fue Zen 2 la arquitectura que de verdad se convirtió en una autentica llamada de atención para Intel. AMD no solo había logrado alcanzarla en términos de IPC, sino que además la había arrollado por completo en conteo de núcleos e hilos, y con una arquitectura con un coste menor a nivel de oblea, lo que le permitía ofrecer unos precios mucho más competitivos. También avanzó al proceso de 7 nm, mientras Intel seguía anclada en los 14 nm.

Intel

Intel y el proceso  de 10 nm: una evolución muy complicada

Recuerdo perfectamente que un portavoz de Intel dijo en su momento algo que, a mi juicio, explica a la perfección el problema que ha tenido que arrastrar la compañía durante todos estos años, y es que cuando decidieron afrontar la transición al proceso de 10 nm pecaron de optimistas, pensaron que no iba a ser necesario el salto a tecnologías avanzadas, como la litografía ultravioleta extrema, que sí estará presente en el proceso de 7 nm, y al final se encontraron en un callejón sin salida.

El lanzamiento de los primeros procesadores de Intel en 10 nm estaba inicialmente previsto para 2016, justo después de la llegada de Skylake se iba a producir la llegada de Cannon Lake, pero al final esto no ocurrió. Intel lazó Kaby Lake, un nuevo «tock» sobre Skylake, y una vuelta de tuerca al proceso de 14 nm. En los años posteriores la mecánica fue la misma, tanto que ya acumulamos seis generaciones en proceso de 14 nm: Broadwell, Skylake, Kaby Lake, Coffee Lake, Coffee Lake Refresh y Comet Lake S.

Sé lo que estáis pensando, ¿por qué no abandona Intel los 10 nm y pasa directamente a los 7 nm? Pues muy sencillo, porque el mundo de los semiconductores no funciona así. La compañía ha invertido una ingente cantidad de dinero en el proceso de 10 nm, y tiene que rentabilizarlo antes de pasar a los 7 nm. El lanzamiento de los procesadores Ice Lake serie U y serie Y ha sido un movimiento en la dirección correcta, y lo mismo ocurrirá con Tiger Lake serie U y serie Y, pero los procesadores de alto rendimiento en 10 nm todavía están «pendientes de lanzamiento».

Intel no tiene, todavía, razones para preocuparse de verdad. Está en una posición muy cómoda a nivel general y cuenta con muchos recursos, así que no creo que vaya a tener problemas para completar esas transiciones que tiene pendientes. Con todo, es importante tener en cuenta que AMD tampoco se ha quedado de brazos cruzados a verlas venir. Zen 3 sale a finales de este año, y si Intel vuelve a recurrir al proceso de 14 nm podría acabar en una posición difícil de justificar frente a los usuarios, y frente a los inversores.

Ahora os toca a vosotros, ¿creéis que Intel será capaz de recuperarse a medio plazo? Los comentarios son vuestros.

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