Los desarrolladores lo tendrán difícil en 2020: tendrán que crear juegos para siete sistemas

El lanzamiento de PS5 y Xbox Scarlett está previsto para finales del próximo año. Como ha ocurrido en ocasiones anteriores el lanzamiento de esta nueva generación no supondrá el final de la anterior, habrá una etapa de coexistencia que arrancará en la recta final de 2020 y que obligará a los desarrolladores a crear juegos para siete sistemas.

No hemos incluido a Nintendo Switch en el lote porque la consola de la gran N presenta particularidades importantes a nivel de hardware que hacen que los desarrollos tengan que ser muy específicos, y porque sus limitaciones impiden que la mayoría de los títulos multiplataforma acaben teniendo una versión adaptando a ella. Sí, hay excepciones, pero solo son eso, excepciones.

Siete sistemas en 2020 sobre los que desarrollar juegos multiplataforma: Xbox One, Xbox One X, Xbox Scarlett, PS4, PS4 Pro, PS5 y PC. Siento mucha curiosidad por ver qué son capaces de hacer los grandes del sector durante esa etapa de coexistencia, sobre todo porque no podrán olvidarse de las limitaciones de la generación actual, una situación que podría acabar siendo similar a lo que vivimos durante la transición de Xbox 360 y PS3 a Xbox One y PS4.

Recordad, por ejemplo, el lanzamiento de Destiny. Siempre suelo poner a este título como ejemplo porque creo que es uno de los mejores, y porque es fácil de comparar no solo entre sus distintas versiones, sino también con Destiny 2, una entrega que marcó el salto de la franquicia a la nueva generación.

La primera entrega presentaba limitaciones claras que estaban impuestas por un desarrollo que tenía en cuenta a las consolas de la generación anterior y que se superaron en Destiny 2, como por ejemplo la amplitud de los escenarios y la pobre cantidad de enemigos mostrados de forma simultánea en pantalla.

Esas limitaciones podrían volver a estar presentes en los juegos de nueva generación de primera hornada, ya que encajan a la perfección con los dos puntos más débiles de PS4 y Xbox One, la poca cantidad de RAM y VRAM que integran y el bajo rendimiento de su CPU Jaguar. Xbox Scarlett y PS5 no desplegarán todo su potencial hasta que los desarrolladores empiecen a crear juegos en exclusiva para ellas, es decir, hasta que Xbox One y PS4 pasen «a mejor vida».

¿Cómo marcarán entonces la diferencia los desarrolladores con sus juegos para la nueva generación en 2020?

Durante la primera etapa las mejoras más importantes que traerá la nueva generación de consolas se reflejarán a través de una resolución mayor, una tasa de FPS más elevada, una calidad gráfica superior (texturas, sombras, efectos y distancia de visión de mayor calidad) y en la aplicación de la tecnología de trazado de rayos. Los tiempos de carga también deberían ser menores gracias al SSD.

Sé que suena bien, pero debemos tener en cuenta que los juegos no serán más complejos que los actuales, es decir, no será posible avanzar en todos los sentidos y crear mundos más amplios, animaciones más elaboradas y disfrutar de una física y de un sistema de inteligencia artificial superior a lo que hemos visto en los títulos actuales.

Esto puede acabar siendo un problema a la hora de acelerar la adopción de las consolas de nueva generación, pero no debemos olvidarnos de que cada uno de esos siete sistemas tiene su propio rendimiento y debe, por tanto, tener una versión de cada juego adaptada y escalada a sus posibilidades reales. Los desarrolladores tendrán que seguir trabajando para ofrecer juegos que aprovechen el potencial de cada consola, y también del PC, una tarea complicada que, imaginamos, se amenizará con mejoras en los kits de desarrollo de Sony y Microsoft.

Lo entenderemos mejor con un ejemplo. PS4 es una consola que puede trabajar relativamente bien con juegos en 1080p y calidades medias-bajas manteniendo 30 FPS, mientras que Xbox One hace lo propio en resoluciones 900p. Por contra, PS4 Pro sube el listón hasta los 1440p y Xbox One X se maneja relativamente bien en 4K, ambos casos con 30 FPS.

A ese abanico se añadirán PS5 y Xbox Scarlett, dos consolas que, en teoría, estarán preparadas para mover juegos de nueva generación en 4K y 30-60 FPS. Para terminar no podemos olvidarnos del PC, que tiene un potencial «ilimitado» en sus configuraciones tope de gama y que se mantendrá como la plataforma más potente.

Pues bien, los desarrolladores de juegos tendrán que partir a finales de 2020 de la base mínima que queda establecida por el hardware de Xbox One, la consola menos potente de la generación actual (obviando a Nintendo Switch), y deberán reescalarlo para aprovechar el potencial del resto de consolas atravesando una escalera ascendente que seguirá este orden: PS4, PS4 Pro, Xbox One X, PS5-Xbox Scarlett y PC.

El problema de tener que optimizar al máximo para tantos sistemas

Estoy convencido de que tanto Sony como Microsoft introducirán mejoras en los kits de desarrollo que harán que esa etapa de transición sea lo menos traumática posible, pero esto no quiere decir que vaya a ser fácil. Las consolas actuales dependen enormemente de la optimización para conseguir resultados tan «milagrosos» como mover Red Dead Redemption 2 en una Xbox One, o para hacer que Forza Motorsport 7 funcione en 4K y 60 FPS en una Xbox One X.

Tener que desarrollar y que optimizar juegos para tantas plataformas puede acabar incrementando los costes  que deben asumir los desarrolladores y facilita, además, la aparición de errores, fallos y problemas, una realidad que podría verse agravada en las adaptaciones para PC, ya que como sabemos son las que menos cariño suelen recibir en la mayoría de los casos. No hablo sin motivo, como dije en el párrafo anterior Red Dead Redemption 2 funciona relativamente bien en una Xbox One, ¿verdad? Pues intentad moverlo en un PC con un hardware equivalente.

No está nada claro durante cuánto tiempo veremos esa coexistencia de la generación actual con Xbox Scarlett y PS5, pero lo más probable es que se mantenga entre uno y dos años como máximo, lo que nos llevaría a un final de ciclo de vida entre finales de 2021 y 2022, respectivamente.

Si tenías pensado comprar una Xbox One o una PS4 pero te tira para atrás la cercanía de la nueva generación ten en cuenta que los sus juegos serán retrocompatibles, no olvides que tendrás que invertir más dinero para hacerte con una Xbox Scarlett o una PS5 (499 euros según las últimas informaciones) y que durante 2020 y 2021 no desplegarán todo su potencial en juegos por esa etapa de transición a la que hicimos referencia, así que todavía no es el momento de cerrar totalmente las puertas a la generación actual.

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