Descubren evidencias de una bacteria que ha causado estragos durante siglos

Hasta prácticamente el Siglo XX, Europa ha estado azotada en varias ocasiones por epidemias que han llegado a diezmar de forma notable su población. Sin embargo, de todas esas epidemias destaca una de fiebre en la que los afectados parecen recuperarse antes de recaer una y otra vez. De esta enfermedad se tiene documentación muy antigua, ya que Hipócrates describió casos de afectados en la ciudad de Thasos tras un infierno muy duro, habiendo brotes de dicha enfermedad hasta el siglo pasado.

Los historiadores han culpado durante años de las epidemias a las llamadas Fiebres Recurrentes Transmitidas por Piojos (FRTP) que transmitían la bacteria Borrelia Recurrentis, la cual tiene forma de espiral y solo puede ser transmitida a través del parásito mencionado. El motivo de por qué se ha planteado esto es porque Borrelia Recurrentis es la única causa de fiebre recurrente que se sabe que es transmitida por piojos y capaz de propagarse lo suficientemente rápido como para causa una epidemia. Sin embargo, las FRTP han sido invisibles al registro arqueológico, aunque afortunadamente un estudio reciente cambia esto.

La paleontóloga Meriam Guellil, de la Universidad de Oslo, ha conseguido ensamblar con la ayuda de su equipo el genoma de la Borrelia Recurrentis de forma casi completa a partir de secuencias de ADN recuperadas de un esqueleto de una mujer enterrada en un cementerio medieval de Oslo. El esqueleto estaba enterrado junto al de su hijo, que tendría entre siete y nueve años. El hecho de que se encontraran enterrados en un extremo del cementerio, alejados de la iglesia, también permitía mostrar la posición socioeconómica de esas personas.

Las pruebas realizadas muestran que la mujer tuvo una vida dura y la datación por radiocarbono mostró que murió entre 1430 y 1465. También se pudo saber que posiblemente muriera por culpa de Borrelia Recurrentis basándose en la cantidad de ADN bacteriano que apareció en la secuenciación realizada por Guellil y su equipo. Es importante tener en cuenta que por aquellos tiempos la ciudad todavía se encontraba afectada por el declive económico provocado por la Peste Negra en el Siglo XIV, dejando muy probablemente a muchos estratos de la sociedad de entonces más expuestas a las enfermedades y la desnutrición.

Si bien no se ha podido determinar que la transmisión haya sido por piojos, sí muestra que la enfermedad estaba presente en la Europa Medieval. Sin embargo, parece que la cepa procedente de la Europa Medieval es diferente de la que todavía causa estragos en países como Etiopía, Eritrea, Somalia y Sudán. Las pruebas realizadas apuntan a que la Borrelia Recurrentis se habría dividido en dos linajes con estrategias de adaptación diferentes. Guellil y su equipo han decidido comparar las dos cepas mencionadas, obteniendo como resultado que la primera tenía menos copias intactas de los genes de variación de antígeno. Esto quiere decir que la variante de la Europa Medieval causaba menos recaídas de media que la africana moderna, aunque los expertos dicen que es imposible estar seguros al cien por cien.

También se han comparado las dos cepas mencionadas con una pariente de estas, la bacteria Borrelia Duttonii, la cual es transmitida por garrapatas. Se ha descubierto que esta última tiene más partes intactas de variación de antígeno, dando como resultado una mayor cantidad de recaídas de fiebre. Sobre las cepas africana y de la Europa Medieval, posiblemente hayan sido consecuencia de la adaptación frente a la presión ejercida por los humanos por factores de higiene y las condiciones de las viviendas.

Fuente: ArsTechnica

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