Cinco razones por las que no vale la pena comprar tarjetas gráficas básicas
El mercado de las tarjetas gráficas se divide en diferentes gamas, y dentro de cada gama podemos encontrar modelos que ofrecen niveles de rendimiento distintos a precios muy diferentes. Por ejemplo, una GeForce RTX 3060 Ti es considerada por muchos como un modelo de gama media, pero es más cara y rinde bastante más que una GeForce RTX 3060, que también es gama media.
Para facilitar la diferenciación de esos modelos lo ideal es introducir subdivisiones dentro de una misma gama. Siguiendo con el ejemplo anterior, la GeForce RTX 3060 Ti sería una tarjeta gráfica de gama media-alta, y la GeForce RTX 3060 quedaría como un modelo de gama media. Lo mismo ocurriría con las tarjetas gráficas de AMD, la Radeon RX 6700 XT encaja como un modelo de gama media-alta, mientras que la Radeon RX 6600 XT es un modelo de gama media.
La división en gamas inferiores también puede ser muy complicada, sobre todo porque el rendimiento de los modelos que antes podíamos considerar como de gama baja ya no encaja del todo bien con esa definición, y aquí también resulta útil recurrir a esas subdivisiones. La GeForce RTX 3050 es un buen ejemplo, y merece ser considerada como una tarjeta gráfica de gama media-baja por nivel de rendimiento.
Sé lo que estás pensando, ¿y entonces qué deberíamos considerar como gama baja? Pues lo justo sería meter en ese saco a las Radeon RX 6500 XT, GeForce GTX 1650 Super e inferiores. No obstante, ten en cuenta que esta categorización no significa que no sirvan para jugar, de hecho los dos modelos que acabo de citar todavía se defienden muy bien con juegos en 1080p, pero al final su posición tiene que quedar ajustada en esa gama por el nivel de rendimiento que ofrecen.
Llegamos al punto clave para entender bien esta guía, y es que las tarjetas gráficas de gama baja y las de gama básica no son lo mismo. Una tarjeta gráfica de gama baja puede ser perfectamente capaz de mover juegos en 1080p, siempre que ajustemos el nivel de calidad gráfica en función de las exigencias de cada título en concreto, pero con los modelos de gama básica no ocurre lo mismo.
Estos son incapaces de mover juegos actuales con un mínimo de calidad y de fluidez, y normalmente no pueden ni siquiera con resoluciones 1080p, de hecho algunos modelos ni siquiera son capaces de mover títulos de la generación anterior, y en muchos casos su rendimiento es tan pobre que queda incluso por debajo de las GPUs integradas más potentes que podemos encontrar actualmente.
A pesar de todo, este tipo de tarjetas gráficas siguen en el mercado, y en más de una ocasión llegan incluso a ser recomendadas por vendedores sin escrúpulos que las pintan como «soluciones para gaming asequibles, destacando sus 2 GB o 4 GB de memoria gráfica, y asegurando que son capaces de mover juegos cuando en realidad ocurre todo lo contrario.
Una persona que no tenga unos conocimientos mínimos puede acabar cayendo en esta trampa, de hecho todavía me he encontrado con personas que compran PCs «gaming» para sus hijos con procesadores de gama media y una GeForce GT 730 o una Radeon RX 550. De hecho, la GeForce GT 730 es una de esas tarjetas gráficas que recomiendo no comprar.
Por qué no vale la pena comprar tarjetas gráficas básicas
Este tipo de soluciones han perdido todo su sentido por el empuje de las GPUs integradas. A día de hoy sale más rentable, en la mayoría de los casos, comprar un procesador con una GPU integrada que comprar este componente por separado. Por ejemplo, una APU Ryzen 5 5600G viene con un núcleo gráfico Radeon Vega 7, y este ofrece un rendimiento similar al que obtendríamos con una GeForce GT 1030 con GDDR5. El precio de esa APU es de 144,90 euros.
Para obtener un rendimiento equivalente comprando CPU y GPU por separado tendríamos que comprar un Ryzen 5 5500, que cuesta 108 euros, y una GeForce GT 1030 con 2 GB de GDDR5, que tiene un precio de 99,58 euros en su versión más económica. El coste total en este caso sería de 207,58 euros. Queda claro por qué no vale la pena, y lo mismo aplica incluso con soluciones inferiores, porque para montar un PC dedicado a ofimática y multimedia ya no necesitamos una tarjeta gráfica dedicada.
Esta es la visión general, pero hoy quiero profundizar en esta cuestión para daros una visión más clara sobre las tarjetas gráficas de gama baja centrándome en el valor real que ofrecen, en sus importantes carencias y en todas las razones más importantes por las que no vale la pena comprarlas. Como siempre, si tras terminar de leer el artículo tenéis cualquier duda podéis dejarla en los comentarios y os ayudaremos a resolverla.
1.-Las tarjetas gráficas básicas tienen un valor precio-rendimiento muy malo
Las tarjetas gráficas de gama básica ofrecen un rendimiento muy pobre, esto no admite discusión. Incluso los modelos más potentes y basados en arquitecturas que no están obsoletas, como la GeForce GTX 1630, tienen un nivel de potencia tan bajo que son incapaces de mover juegos actuales en condiciones aceptables, y su precio es, sin embargo, muy alto para lo que ofrecen.
Siguiendo con el ejemplo de la GeForce GTX 1630, tenemos una tarjeta gráfica que cuesta 176 euros y que ofrece un nivel de rendimiento similar al que obtendríamos con una GeForce GTX 1050. Rinde mucho menos que una Radeon RX 6400, que cuesta prácticamente lo mismo, y es un 64% menos potente que la GeForce GTX 1650, que podemos comprar en su versión con GDDR6 por menos de 165 euros.
Si crees que estamos ante un caso aislado te equivocas, podría poner muchos otros ejemplos, como la Radeon R7 240, que tiene un precio de 164 euros, lo mismo que una GeForce GTX 1650 con GDDR6 y ofrece solo un 10% del rendimiento de esta, lo que significa que la solución de NVIDIA es nueve veces más rápida. La GeForce GT 1030 también es otro buen ejemplo en este sentido, puesto que tiene un precio de partida de casi 100 euros, y ofrece solo el 25% del rendimiento de una GeForce GTX 1650.
Al comprar una GeForce GT 1030 habremos pagado solo 100 euros, 65 euros menos de lo que nos costaría una GeForce GTX 1650, pero esta última rendirá tres veces más. Los números no mienten, la segunda sería una inversión mucho más interesante en relación rendimiento por euro invertido. Espero que estos ejemplos os hayan servido para entender mejor la realidad que hay detrás de las tarjetas gráficas de gama básica en relación coste por fotograma, y lo nefasta que resulta. Ya sabéis que, en muchos casos, lo barato acaba saliendo caro.
2.-Son incapaces de mover juegos con un mínimo de fluidez
Esto es un hecho incluso en los modelos más potentes. De nuevo, vamos a verlo con ejemplos. La GeForce GTX 1630 es la más potente de todas las tarjetas gráficas de gama básica que podemos encontrar ahora mismo en el mercado, y tiene un precio muy alto, tanto que se pisa con modelos de gama baja que son mucho más potentes.
En resolución 1080p y configurado los juegos en calidad media la GeForce GTX 1630 es incapaz de llegar a medias de 30 FPS estables en títulos como Assassin´s Creed Valhalla, Days Gone, Cyberpunk 2077 y Red Dead Redemption 2, entre otros. Solo cuando reducimos el nivel de calidad gráfica a bajo, o cuando introducimos el FSR en la ecuación, obtenemos niveles de rendimiento aceptables en algunos casos, pero la calidad gráfica se resiente y al final la experiencia no es buena.
Conseguir esos resultados tras haber gastado 176 euros en una tarjeta gráfica es terrible, eso está claro, pero si nos vamos a otros modelos como la GeForce GT 1030 o la Radeon RX 550 la cosa no mejora en absoluto, más bien todo lo contrario, ya que ninguna de esas dos tarjetas gráficas puede mover los juegos que he dicho en 1080p ni siquiera con calidad baja sin convertirlos en un pase de diapositivas. Ambas tienen un precio de partida de casi 100 euros y 125 euros, respectivamente.
No te dejes engañar, con las tarjetas gráficas básicas no podrás jugar de una manera mínimamente aceptable, y creo que está bastante claro que no vale la pena gastar 100 euros o más en un componente que te va a ofrecer un rendimiento tan pobre en juegos. Los modelos inferiores no vale la pena ni tenerlos en cuenta, porque soluciones como las Radeon 7 240 o GeForce GT 710 tienen un rendimiento tan bajo que hasta se atrancan con juegos de la generación de PS3 y Xbox 360. Por ejemplo, un juego como Fallout 3 ya les queda grande.
3.-Se han visto superadas por algunas GPUs integradas
Este es otro punto muy importante. Hace unos años era verdad que las tarjetas gráficas de gama básica ofrecían un rendimiento superior al de todas las soluciones gráficas integradas, y esto hacía que, a pesar de sus carencias, fuesen una opción que podía llegar a tener algún sentido para ciertos perfiles de usuario, pero hoy en día esto ya no es así.
Como os he dicho al principio del artículo, incluso una modesta Radeon RX Vega 7, que viene integrada en la APU Ryzen 5 5600G, ya es capaz de ofrecer un rendimiento similar al de una GeForce GT 1030 con GDDR5, y si nos vamos a los modelos más potentes, como la Radeon 680M, la cosa es aún mejor, porque esta tiene un rendimiento que, dependiendo de su TBP, puede ser muy similar al de una Radeon RX 6400.
La evolución que han vivido las GPUs integradas ha sido enorme, algo que les ha permitido canibalizar a las tarjetas gráficas de gama básica, una realidad que irá cada vez a más, y que al final podría acabar con una desaparición progresiva de este tipo de soluciones gráficas, aunque no creo que esa desaparición no será total, porque al final pueden acabar teniendo cabida como actualizaciones para ordenadores muy antiguos pero funcionales, y también como piezas de repuesto para este tipo de equipos.
Esos dos escenarios son los únicos en los que contemplo todavía que este tipo de soluciones puedan tener algo de sentido, pero incluso ahí es cada vez más difícil justificarlas porque, como vamos a ver en el siguiente punto, es posible encontrar tarjetas gráficas de segunda mano, reacondicionadas y con garantía que ofrecen un valor mucho más interesante.
4.-Podemos comprar opciones superiores de segunda mano
El mercado de tarjetas gráficas de segunda mano se ha convertido en uno de los más importantes dentro del mundillo tecnológico. Su despegue se produjo cuando tuvo lugar la primera crisis derivada del minado de criptodivisas, y volvió a crecer en importancia con la segunda crisis, que por desgracia dejó secuelas que todavía venimos arrastrando.
Con lo que cuesta una tarjeta gráfica como la GeForce GTX 1630 podemos comprar una GeForce GTX 1660 Ti (175 euros) reacondicionada y con garantía. La segunda rinde casi tres veces más en juegos que la primera, así que creo que no hace falta que os explique nada más. Es cierto que la GeForce GTX 1660 Ti es más grande, que tiene un consumo mayor y que necesita un conector de alimentación adicional, pero estamos hablando de solo 120 vatios, una cifra muy razonable.
Incluso en el caso de tarjetas gráficas básicas con precios de inferiores tenemos opciones mucho más interesantes en el mercado de segunda mano. Por ejemplo, podemos comprar una GeForce GTX 970 por 90 euros reacondicionada de tienda y con garantía, o ir a por un modelo de particular y pagar unos 60 euros. Con ese dinero solo podríamos aspirar a una GeForce GT 730 con GDDR3, cuyo rendimiento es entre diez y once veces menor que el de una GeForce GTX 970 en juegos.
Sé que a algunos os da miedo comprar tarjetas gráficas de segunda mano, así que por eso os he dado la opción de comprar en tiendas especializadas que reacondicionan dichos productos, limpiándolos y cambiándoles la pasta térmica. También los prueban para asegurarse de que funcionan, y ofrecen entre uno y tres años de garantía.
5.-Algunas ya ni siquiera tiene soporte a nivel de drivers
Esto es la guinda al pastel, aunque en el fondo es totalmente normal ya que muchas tarjetas gráficas de gama básica utilizan arquitecturas obsoletas que dejaron de recibir soporte hace tiempo. Este es el caso de las GeForce GT serie 700 basadas en Kepler y anteriores, y también el de las soluciones de AMD anteriores a las Radeon RX 400, y también de algunos modelos dentro de dicha numeración que utilizan arquitecturas anteriores, como la Radeon R5 430.
Comprar una tarjeta gráfica de gama básica no solo es invertir dinero en un producto que ofrece un rendimiento muy pobre, sino que además estaremos adquiriendo un componente obsoleto en la mayoría de los casos, y puede que ni siquiera tenga soporte. De los modelos básicos que se comercializan actualmente solo aquellas basadas en Maxwell de NVIDIA o superior, o en Polaris de AMD o superior, recibirán soporte.
Puede que esto represente un problema grave a corto plazo, pero con el ritmo de actualizaciones que lleva Microsoft en Windows 10 y Windows 11 está claro que al final la compatibilidad y la estabilidad podrían verse comprometidas por esa falta de soporte.
Si ponemos en conjunto todo lo que os acabo de explicar creo que la conclusión que podemos sacar es simple y clara, no vale la pena comprar tarjetas gráficas básicas. En mi caso, nunca he comprado una tarjeta gráfica de este tipo en los últimos años, y la GeForce FRX 5200 Ultra que tuve en su momento no entraba en esa categoría, sino que más bien encajaba dentro de la gama baja.
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