Un Black Friday de pena (otro más)

¿No estás hasta las narices ya del Black Friday? Porque yo sí. Y eso que he aprovechado para hacer alguna compra, básicamente porque lo necesitada. Pero la ‘celebración’ es tan pésima, al menos a este lado del charco, que es llegar y esperar a que pase lo más rápido posible (hablo por mí, sí). Sobre todo si eres un aficionado a la tecnología.

Que el Black Friday es una oda al consumismo más exacerbado es un hecho incontestable, lo cual a mí no me supone ningún problema: que cada cual haga con su dinero lo que le venga en gana. Tampoco me molesta que se trate de un invento importado a la fuerza de Estados Unidos: no llegamos todavía al nivel de celebrar el Día de Acción de Gracias, pero festividades como Halloween han calado y, en su justa medida, son divertidas.

Sí me escama un poco que el Black Friday se haya convertido en la ‘Black Week’ porque se hace muy pesado, aunque lo mismo ha pasado con la Navidad, que ya desde principios de diciembre estamos con el Fum, fum, fum (tradúcelo al villancico de tu preferencia). Pero si hay algo que me hastía de verdad de estas seudorebajas es precisamente eso, que de rebajas tienen lo justo para la paliza que se da con las promociones allá donde poses el ojo. Y repito: es sangrante sobre todo en el mundo de la tecnología y, más concretamente, en el de la prensa tecnológica.

Sé lo que estás pensando: «¡pero si vosotros también contribuís a ello!». Tienes razón. Hemos publicado un par de artículos especiales recogiendo las mejores ofertas que hemos encontrado, y esto es literal, ya que los compañeros que se han encargado de hacer el listado se han esmerado en destacar lo más interesante, porque si de poner todo lo que nos envían se tratase… Además, siempre completamos este tipo de artículos con recomendaciones importantes, como cuidarse de los fraudes, comprobar bien qué se compra antes de darle al botón, no comprar de manera compulsiva, sino en base a necesidades reales…

Pero sí, contribuimos a ello porque la demanda está ahí y, como he dicho, no me parece mal. No somos el único medio que lo hace, todos caen en la trampa por la presión del momento, si bien en España todavía está contenido el asunto. La prensa anglosajona es otro cantar y la tecnológica da puro pavor. Es revisar lo que publican las principales caberas tecnológicas estadounidenses estos días y entrarle a uno ganas de dejar atrás la vida moderna e irse al monte a criar cabras.

Lo realmente triste del Black Friday, sin embargo, es que las ofertas son, con excepciones, pésimas. Pero pésimas, pésimas: en unos 20 euros me ha salido a mí la media de todo lo que he mirado -y he mirado mucho-, lo cual me resulta lamentable, tanto ruido para tan pocas nueces. Se salvan las ofertas directas de algunos fabricantes -he podido ver rebajas de 50-60 euros en móviles, algo más en portátiles- y servicios en línea -he aprovechado para renovar mi suscripción a Inoreader, por ejemplo, mi lector RSS favorito y el tuyo cuando lo conozcas- que a lo mejor no descuentan nada, pero extienden la suscripción…

El grueso de las ofertas del Black Friday, lo que recogen tiendas como Amazon y tantas otras, no obstante, basurilla total. Que sí, que siempre surge alguna ganga entre tanto «¡uy, me ahorro 20 euros!«, pero es escaso y harto difícil de encontrar, a menos que te pases todo el día con la cabeza pegada a la pantalla… y la mayoría de veces ni eso, a no ser que te dediques a buscar ofertones de cosa que no necesitas. ¿Y cuando no solo no te topas con un ‘ofertón’, sino con un timo?

Para muestra, un botón que además es mío. Como has leído, yo también he comprado alguna cosilla este Black Friday, y cuando digo Black Friday, me refiero a esta semana: un par porque las necesitaba, y las hubiese comprado igualmente sin importar que estuviesen en promoción; la renovación de Inorader que he comentado… Y mira tú qué casualidad, que ayer mismo, viernes negro donde lo haya en la península ibérica, donde cayeron chuzos de punto a lo bestia, mi SAI murió. Qué justo, ¿no?

Así que me puse a echar un vistazo en Amazon a ver qué había, y en lo primero que me fijé fue en las ofertas del Black Friday… Y encontré una bastante jugosa a priori: un modelo de SAI que supuestamente costaba 90 y pico euros -no tengo grandes necesidades de potencia- con un descuento de treinta y pico euros. Una vez descubierto, lo primero que hice fue acudir a mi experto en componentes de referencia (spoiler alert: es Isidro Ros, un crack) para verificar que el cacharro cumplía con mis requisitos y lo segundo, algo que siempre conviene hacer, buscar el mismo artículo a lo largo y ancho de Internet.

¿Te suena la frase esa de y lo que sucedió después te sorprenderá? Pues no te va a sorprender, porque como ya te imaginas, lo encontré en otra tienda un euro más caro que la oferta de Amazon y sin oferta, o sea, ese era su precio, solo que la tienda que lo vendía lo tenían también en Amazon inflado en 30 euros, que llegados al Black Friday rebajan para hacer creer al pobre desgraciado que caiga en la trampa que se lleva una buena oferta. Y así con decenas de productos.

Si el Black Friday fuese como en Estados Unidos, pero no en el Estados Unidos en línea, sino en el de el comercio físico, donde se encuentran descuentos que sí que invitan a sacar la cartera incluso aunque no necesites el artículo de turno… pues bienvenido sea el consumismo a lo loco y la paliza constante. Total, es un día al año. Desafortundamente por estos lares no es así y lo único que tienes asegurado es la paliza. Por eso me quejo.

Ya sé, querido -y bravo, si has llegado hasta aquí- lector, que lo que escribo es mi mera opinión, tan intransferible -o transferible, lo que te apetezca- como intrascendente -esto no admite discusión-, pero este año me ha superado la celebración de marras y lo que queda, que es hoy, mañana y para rematar, el Cyber Monday… Navidades, las rebajas de enero… Y con la pandemia de coronavirus al alza. ¡Menudo panorama!

Por último, recalco que no tengo nada en contra de las compras, de las promociones y demás tinglado, siempre que sea sin excesos. De hecho, en MC tenemos nuestra sección semanal de ofertas, el Red Friday (!), donde ponemos lo más interesante que vamos cazando a lo largo de la semana. Pero incluso en este caso, solo deberías entrar cuando de verdad necesites o estés interesado en algo en concreto. El 99,9 por ciento restante de todo lo que publicamos te interesará más. Aunque, de nuevo, es solo mi opinión.

Imagen: Unsplash

La entrada Un Black Friday de pena (otro más) es original de MuyComputer


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