Wolfenstein: Youngblood, análisis en PC: mejor en compañía
El anuncio de Wolfenstein: Youngblood me dejó bastante sorprendido. Machine Games decidió hacer cambios importantes que afectaban al núcleo central de la franquicia, y la verdad es que no tenía muy claro cómo iban a funcionar.
Lo primero que llama la atención es que William Joseph «B.J.» Blazkowicz ya no es el protagonista. Ahora la acción se centra en sus dos hijas, Jessie y Zofia Blazkowicz, quienes descubren de forma accidental que su padre ha desaparecido y deciden emprender una misión de rescate que las llevará a una Francia que lleva décadas ocupada por los nazis.
Ese cambio de protagonista conlleva también un marcado cambio en la jugabilidad, y es que en Wolfenstein: Youngblood no estamos solos, siempre jugamos en compañía de nuestra hermana.
Nada más empezar el juego tenemos la opción de elegir entre ambas y de configurar algunas opciones concretas, como el color de la armadura, una habilidad de inicio y dos armas (una de fuego y otra cuerpo a cuerpo). Una idea interesante, aunque debemos tener en cuenta que no hay diferencias a nivel jugable entre ambas hermanas, más allá de las opciones de personalización que podemos escoger.
La idea de centrar Wolfenstein: Youngblood alrededor de un modo de juego cooperativo contrasta en gran medida con el núcleo «duro» de la franquicia. Los que hayáis jugado a Wolfenstein: The New Order y Wolfenstein II: The New Colossus sabéis a lo que me refiero, en ambos juegos nos enfrentamos como un lobo solitario a una legión de nazis, y no hay duda de que la experiencia es de lo más satisfactoria.
En esta nueva entrega «los lobos cazan en manada», como dicen los chicos de Machine Games, ¿pero está Wolfenstein: Youngblood a la altura de lo esperado? Poneos cómodos, que os lo vamos a contar con todo lujo de detalles.
Requisitos, ajustes y equipo de pruebas
Wolfenstein: Youngblood es un juego que está basado en el motor gráfico idTech 6, el mismo que ha dado vida a las dos entregas anteriores de la franquicia y al genial DOOM 2016. Utiliza la API Vulkan, sinónimo, en la mayoría de los casos, de un buen aprovechamiento de los recursos del sistema y de una correcta optimización.
Antes de entrar a valorar los resultados a nivel de rendimiento vamos a repasar los requisitos oficiales del juego, el equipo de pruebas y la configuración que hemos utilizado para que tengáis una visión más clara.
Requisitos mínimos
- Windows 7 de 64 bits como sistema operativo.
- Procesador AMD FX-8350 o Ryzen 5 1400, Intel Core i5-3570 o i7-3770.
- 8 GB de RAM.
- Tarjeta gráfica GTX 770 con 4 GB de memoria gráfica o equivalente.
- 40 GB de espacio libre.
Requisitos recomendados
- Windows 7 de 64 bits como sistema operativo.
- Procesador AMD FX-9370 o Ryzen 5 1600X, Intel Core i7-4770.
- 16 GB de RAM.
- Tarjeta gráfica GTX 1060 con 6 GB de memoria gráfica o equivalente.
- 40 GB de espacio libre.
Como podemos ver los requisitos se mantienen al nivel de la entrega anterior, es decir, no hay un aumento frente a los requisitos de Wolfenstein II: The New Colossus. Es comprensible, ya que ambos utilizan el mismo motor gráfico y no cabe esperar diferencias importantes a nivel técnico.
El equipo que hemos utilizado en el análisis está formado por los siguientes componentes:
- Procesador Ryzen 7 1800X con ocho núcleos y dieciséis hilos a 4 GHz.
- 32 GB (4 x 8 GB) de RAM Corsair Dominator Platinum RGB DDR4 a 3.200 MHz (CL16).
- Placa base GIGABYTE AORUS GA-AX370-GAMING 5 con BIOS F23.
- Sistema de refrigeración Corsair Hydro Series H100i RGB Platinum.
- Tarjeta gráfica GIGABYTE 980 TI G1 Gaming con 6 GB de GDDR5 a 7,9 GHz y GPU a 1.498 MHz.
- SSD Samsung Evo 850 de 500 GB (sistema operativo).
- SSD PCIE NVMe Corsair Force Series MP510 de 960 GB, donde se ha instalado el juego.
- SHDD Seagate de 2 TB con 8 GB de SSD como caché.
- Windows 10 Pro de 64 bits.
- Fuente de alimentación Corsair RM750x con certificación 80 Plus Oro.
Como superamos de sobra los requisitos recomendados hemos configurado el juego en 1080p con calidad máxima, y el resultado ha sido excelente. Tenemos medias de fotogramas de entre 100 y 130 FPS con alguna caída puntual a 90 FPS y picos de hasta 195 FPS. La optimización que ha logrado Machine Games es excelente.
La experiencia de juego ha sido sublime, no solo por la fluidez total que aseguran esas tasas de FPS, sino porque además no he notado en ningún momento problemas de tearing ni de stuttering. Excelente trabajo por parte de los chicos de Machine Games y de Arkane Studios, responsables del desarrollo de este título, que, una vez más, han dado ejemplo al demostrar que se puede ofrecer un juego triple A con un apartado técnico de primera, bien optimizado y sin problemas de rendimiento.
No quiero cerrar este apartado sin hacer una mención a los tiempos de carga. Al haber instalado el juego en un SSD PCIE NVMe de alto rendimiento esperaba que estos fueran mínimos, y efectivamente así ha sido. Iniciar una partida en solitario (jugando con la IA) no lleva más de unos pocos segundos.
Wolfenstein: Youngblood, una mirada técnica
El motor gráfico idTech 6 ha envejecido de maravilla. En Wolfenstein: Youngblood nos encontramos con un París distópico que ha sido recreado de maravilla, con zonas fortificadas que reflejan el sentimiento de rebeldía que impera entre los parisinos que se siguen resistiendo, a pesar de los años, a la ocupación nazi.
La calidad que presentan tanto los escenarios como los personajes es excelente, y los efectos de luces y sombras, unidos al posprocesado, logran completar un conjunto gráfico que, como en el caso de Wolfenstein II: The New Colossus, roza la perfección. Sólo tenéis que echar un vistazo a las imágenes adjuntas para daros cuenta de ello, y lo mejor es que, como dijimos, presenta una optimización muy buena.
Solo tengo una «pega», y es que, como ya ocurrió con Wolfenstein II: The New Colossus, se nota que el idTech 6 no es capaz de ofrecer una buena experiencia en escenarios realmente abiertos, por lo que tenemos escenarios relativamente pequeños y lineales, aunque Machine Games y Arkane Studios han hecho un trabajo fantástico con el diseño de los niveles para disimular por completo esa realidad.
Sobresaliente a nivel técnico y de optimización, tanto que en más de una ocasión me he detenido un poco tras completar una ronda de acción frenética para contemplar algunas vistas. No supera el listón que fijó Wolfenstein II: The New Colossus, pero desde luego tampoco tiene nada que envidiarle y en términos de optimización está un peldaño por encima de este.
Como dije en el apartado anterior no he notado ningún problema que afecte a la experiencia de juego. El rendimiento es consistente y muy bueno, de hecho escala razonablemente bien en el Ryzen 7 1800X (divide la carga de forma efectiva entre sus 16 hilos con entre un 90% y un 50% en cada uno de ellos), aunque el consumo de memoria gráfica y de memoria RAM que registra es bastante alto, con valores máximos de 5,6 GB y 12,4 GB, respectivamente.
Pasando al apartado sonoro nos encontramos con un trabajo que no desentona en absoluto. La banda sonora es todo un acierto, aunque merecen una mención especial los efectos de sonido (la contundencia de la escopeta me tiene «enamorado») y el doblaje de las hermanas Blazkowicz, que está muy bien ejecutado. Sus interacciones tanto en las escenas cinematográficas como durante los momentos de acción real rayan a un gran nivel y contribuyen a dar esa sensación de que realmente estamos «cazando» en manada.
Haciendo una valoración conjunta mi conclusión es clara, a nivel técnico Wolfenstein: Youngblood sigue los pasos de Wolfenstein II: The New Colossus, mejorando algunos puntos como la optimización y ciertas partes del doblaje, aunque sigue teniendo algunos puntos negros, como por ejemplo ciertas escenas de Anya Blazkowicz. En general su factura técnica es sobresaliente y se erige como todo un ejemplo de juego triple A bien terminado.
Wolfenstein: Youngblood, acción con un toque rolero
Ya os hemos adelantado el argumento de Wolfenstein: Youngblood, tenemos que encontrar a William Joseph «B.J.» Blazkowicz, una misión complicada que afrontaremos en el papel de una de sus dos hijas. Para cumplirla tendremos que viajar a una Francia que lleva décadas sometida al yugo nazi.
El juego nos enfrentará a hordas de enemigos que no nos pondrán las cosas fáciles, un enfoque confirma el tradicional planteamiento de acción frenética que tanto nos gusta de esta franquicia, pero con matices importantes, y es que Machine Games y Arkhane Studios han introducido un toque «rolero» que afecta de forma notable a la jugabilidad.
Ahora tanto los enemigos como nuestro personaje tiene un nivel determinado que refleja nuestra «fuerza total». Por ejemplo, enfrentarnos a enemigos que tengan mucho más nivel que nosotros puede acabar siendo un calvario, un hecho que nos invita a tomarnos los niveles con calma y a afrontar misiones secundarias para subir de nivel y mejorar a nuestro personaje.
Sí, hemos dicho mejorar a nuestro personaje porque ese toque de RPG que han añadido en Wolfenstein: Youngblood nos permite adquirir nuevas habilidades y mejorar nuestras armas. También podemos comprar objetos que tienen un impacto meramente estético, y conseguir numerosos logros y objetos coleccionables.
Este cambio tiene un lado positivo, y es que hace que la acción sea un poco más profunda y que se pierda parte de ese carácter de «mata mata» que vimos en las dos entregas anteriores. Te invita a disfrutar más del juego, a paladearlo con mayor lentitud, pero al mismo tiempo tiene un lado negativo, y es que fuerza situaciones que pueden llegar a ser incómodas.
Por ejemplo, repetir misiones para subir de nivel o mejorar una habilidad determinada puede llegar a cansar, y la dureza de algunos enemigos que vienen cargados de armadura puede ser tan grande que he llegado a preguntarme si de verdad le estaba causando daño. No me malinterpretéis, la jugabilidad y la dificultad está perfectamente ajustada, no quiero decir que sea difícil matar a un enemigo por su gran resistencia, sino que puede llegar a cansar por el tiempo que tardamos.
En este sentido tened en cuenta que el uso de granadas contra enemigos acorazados es de gran ayuda, y que debemos cambiar de armas de forma dinámica para adaptarnos a cada tipo de enemigo y eliminarlos de una manera eficiente.
Toca ahora hablar del enfoque cooperativo que trae Wolfenstein: Youngblood. He pasado la mayor parte del tiempo jugando con la IA y la verdad es que he quedado gratamente sorprendido. No es perfecta, de hecho tiene momentos «suicidas» en los que se queda al descubierto recibiendo daño a tope y me ha tocado salir corriendo a reanimarla para no perder una vida compartida (puedes tener hasta seis), pero en general se mueve bien, prioriza el deber de reanimarte cuando caes y no se queda «atascada» en ningún momento.
Con todo, obvia decir que lo mejor es jugarlo con un amigo. Si os decidís a comprar la edición «deluxe» recibiréis contenidos digitales que añaden un toque bastante chulo a las armaduras de poder que visten ambas hermanas, y os llevaréis un pase que os permitirá invitar a jugar a un amigo en cualquier momento. Recomendable, salvo que prefiráis jugarlo «a solas».
Notas finales y puntuación
Wolfenstein: Youngblood es uno de los mejores juegos de su clase. A nivel técnico es todo un derroche de calidad, el diseño de los escenarios es sobresaliente y la optimización es tan buena que podemos considerarlo como un ejemplo que deberían seguir todos los desarrolladores. Sé que Vulkan tiene «mucha culpa», pero no debemos quitar méritos a la excelente escalabilidad del idTech 6.
Sobresaliente desde el punto de vista técnico, bien optimizado y sin errores, y con algunas escenas de doblaje como su único punto negativo en este sentido, pero a nivel jugable lo cierto es que me quedo con sensaciones enfrentadas. Por un lado agradezco el intento de innovar con ese enfoque cooperativo y el tope de RPG «light» al que hice referencia, aunque al mismo tiempo siento que las cosas no han cuajado del todo bien.
La posibilidad de utilizar gestos de motivación hacen que el juego acabe siendo relativamente fácil (siempre que no vayamos en plan kamikaze), pero al mismo tiempo la necesidad de subir de nivel y la resistencia exagerada de algunos enemigos, que parecen esponjas absorbe balas, acaban forzando situaciones que pueden cansarnos un poco.
Es una lástima, ya que esos detalles empañan un juego que podría haber sido prácticamente perfecto. Con todo, Wolfenstein: Youngblood es, como dije, uno de los mejores juegos de su género, un deleite visual que ofrece una experiencia divertida con una historia bien planteada que logra engancharnos desde el principio y que llega, además, a un precio muy bajo. No deberías perdértelo.
Bien optimizado
Diseño y dirección artística
Buen precio
Los enemigos absorbe balas
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