¿Twitter o Mastodon? Son el mismo perro, con distinto collar

¿Twitter o Mastodon? Si te has hecho la pregunta, permite que te diga que son el mismo perro, con distinto collar. Tal cual. La cuestión es… ¿cuánto pesa ese collar?

Ya te imaginarás que todo viene a cuento de la actual situación en torno a Twitter, lo que a su vez impulsó un artículo que publicamos a raíz de ello y que, por lo menos a mí, no me dejó indiferente. ¿Para bien o para mal? Un poco de cada, diría, y es que por un lado me gusta que se hable de alternativas, pero por el otro me da la sensación de que mucha de la gente que decía dejar Twitter espantada por que Musk se hiciese con la red social, no sabe bien cómo funcionan estas cosas.

¿Cansado de Twitter? ¿Por qué no pruebas Mastodon? es como se titula el artículo al que hago mención y creo que apareció en un momento idóneo, estando la situación en torno a Twitter tal y como está. Por eso publiqué unos días antes este ‘truquito’ para quienes, como yo, quieren seguir algunas cuentas de Twitter sin someterse de manera constante al ruido de la res social.

La situación en torno a Twitter, supongo que ya sabes cuál es: la plataforma tiene nuevo dueño y no es ni más ni menos que Elon Musk, un tipo que no necesita presentación y cuyos motivos para justificar la compra se refieren, entre otras cosas, a devolver un poco de la libertad de expresión perdida en estos últimos años de corrección política tendenciosa, cultura de la cancelación y demás vergüenzas pseudointelectuales del primer mundo. Bueno, se supone que lo tiene, porque la operación está en pausa, pero según el implicado, la intención sigue ahí.

Pues bien. Resulta que a muchos usuarios de la red social les ha entró lo que parecía una mezcla de miedo y rabia porque las cosas vayan a cambiar, por que reaparezcan o se incrementen lo que ellos consideran mensajes de odio y su idílica cámara de eco se resquebraje con las opiniones de los que no piensan como ellos (¡no sufráis, que seguís pudiendo bloquear a todo aquel que no comparta vuestra visión en blanco y negro del mundo!). Y, claro, la alternativa más obvia es Mastodon.

¿Por qué? Pues porque Mastodon, aunque como decía mi compañero David tiene sus particularidades, es a grandes rasgos un clon de código abierto de Twitter. Mastodon deriva del código de GNU Social, que a su vez deriva del de StatusNet, llamado originalmente Laconica y desarrollado con la intención explícita de ofrecer una alternativa abierta a Twitter… lo que en principio suena muy bien, no voy a negarlo. Su expresión más viva se dio hace años bajo la forma de Identi.ca, una red social que llegó a destacar en determinados ambientes.

Prosiguiendo con esta historia con un prisma más personal, Identi.ca fue mi primera experiencia con este clon de Twitter, no porque me apeteciese, aunque hubo un tiempo en el que le pillé el gustillo, sino porque me tocaba hacerlo. Como responsable de MuyLinux soy el encargado de gestionar las redes sociales del sitio y en la época Identi.ca tuvo su impacto, muy posiblemente por la novedad que suponía el encontrarse con una alternativa libre y de calidad a las plataformas sociales de aquel entonces.

Por aquel entonces me refiero a finales de 2010. Y hasta mediados de 2013 duró la aventura. ¿La razón? No compensaba el grado de atención que le dedicaba, cuando no alcanzábamos ni un par de centeneras de seguidores, de los cuales apenas un puñado interaccionaba de manera ocasional. El resto, fantasmas -en el sentido etéreo del término, que no se me enfade nadie- de los que raramente aparecían por ahí. O lo que es lo mismo, usuarios que se crearon una cuenta para echar un vistazo y salieron disparados al comprobar lo triste del panorama, o que solo usaban la plataforma para recibir, pero nunca para dar, y para eso ya están los RSS.

Pues mal. De lo escaso del número de usuarios que se puede encontrar en Mastodon daba cuenta el artículo de marras y a pesar de que su autor lo consideraba en parte una ventaja (mejor pocos y bien avenidos, que muchos siempre en disputa, podría ser la síntesis), la realidad es otra: la gente va donde hay vida y si todos los medios de comunicación los personajes públicos, las instituciones, las empresas y demás están en Twitter, el atractivo de Mastodon es poco, tirando a ninguno. Quizá sea una opción interesante para que los más cafeteros se construyan un refugio a su medida, pero poco más.

No es que haga esta reflexión a bote pronto. Son muchos los años que lectores de MuyLinux -por norma, pocos- nos han sugerido, pedido e incluso exigido, cuando no recriminado, que un sitio como el nuestro tenga presencia en ese tipo de redes. Y quien dice Mastodon, dice Diaspora, el clon libre de Facebook. Pero la razón para negarme ha sido siempre la misma: no compensa el esfuerzo. De un tiempo a esta parte, sin embargo, me lo replanteé. Fue a partir de que comenzase la pandemia.

Verás: aun a riesgo de que alguien con dos dedos de frente me taches de algo que no soy por cuestionarme algunas cosas, considero que el tratamiento generalizado a nivel mediático de la información relacionada con la pandemia ha sido de absoluta vergüenza y la censura aplicada en redes sociales, un abuso que ningún regulador debería permitir. Pero cómo no van a permitirlo, cuando lo alientan. Para muestra, la censura desatada contra cualquier discrepancia con el relato oficial con respecto a la pandemia, su origen, el del virus, las vacunas, etc., que se diese en las redes sociales, no solo en Twitter.

Ojo: no estoy hablando del loco de la campana diciendo que el mundo se acaba y soltando mil chorradas; sino de cualquier discrepancia, de las cuales muchas son aceptadas ahora, pero eran castigadas entonces como nadie hubiese imaginado. Y aunque hay cosas que se permiten, otras tantas siguen en el ojo del aplicado censor, humano o algorítmico, ahora mismo; y no se aplican solo al tema pandémico, sino a cualquier otro que genere encontronazos entre los extremos, que son una mayoría a día de hoy en redes con la carga de odio que maneja Twitter.

La excusa de toda esta censura, por supuesto, ha sido y es combatir la desinformación y los mensajes de odio. Y qué es lo uno y lo otro lo decide… ¿Quién lo decide? He ahí el problema: se trata de una valoración subjetiva cuyo único efecto real es la pérdida de un debate en igualdad de condiciones y, por tanto, la pérdida de la libertad de expresión que ha padecido Twitter en los últimos años. Por eso estoy muy de acuerdo con Elon Musk cuando dice que en las leyes de cada territorio está el límite que admite Twitter, y no en en lo que el moderador o la agencia verificadora de turno consideren.

Pero, cuidado, porque incluso ateniéndose a las leyes se están perdiendo derechos básicos en Twitter. Por más que ley y justicia se entiendan muchas veces como sinónimos, no lo son y si hay leyes injustas en países democráticos del primer mundo, imagina lo que hay en otros sitios. Cabe recordar que Twitter expulsó al presidente de Estados Unidos por supuestamente incitar a la violencia, aun cuando ningún tribunal lo ha condenado por ello, pero permite, por ejemplo, que los talibanes campen a sus anchas en la plataforma y no de manera anecdótica, no: oficialmente.

Así las cosas, prefiero sinceramente que los extremos batallen sin cuartel en Twitter, pero que lo hagan en las mismas condiciones, a que solo uno de ellos tenga la libertad de hacerlo. Que el código penal de cada país se encargue de sancionar lo que corresponda y en lo que se refiere a los bulos y la desinformación, que sea el usuario el que se preocupe por lo que está leyendo.

Pero ¿acaso Twitter no es una empresa privada que puede imponer sus propias normas? Sí y no. Quiero decir que si te parece bien que lo fuera antes de la compra de Musk, debería parecértelo también después. Yo, sin embargo, creo que una plataforma de debate público con la influencia de Twitter, no puede obrar por sus propias normal al margen de una regulación. Un mensaje en Twitter puede tener un gran impacto en los mercados, hacer caer a personas… Semejante poder precisa de un contrapeso, no necesariamente en la forma de regulación específica, sino ateniéndose a las leyes.

A todo esto, Twitter tampoco es una empresa privada porque cotiza en bolsa, algo que Musk parece querer remediar, al menos en una primera etapa de restructuración.

Otra cosa más: una cosa es opinar que Twitter sea la red social del odio, opinión con la que coincido plenamente, aunque no considero que se reduzca solo a eso, y otra muy diferente opinar que no haya libertad, porque al final todos caemos en los mismo, por un lado o por el otro: la desinformación es lo que yo digo, el mensaje de odio es lo que yo percibo, etc… Y en este punto es cuando alguien dice, desde un extremo o el opuesto, que no, que todo está muy claro cuando hay disposición para ello y que si no lo ves pues eres el malo, porque ya se sabe que no puede haber equidistancia entre entre fascistas y antifascistas. El reduccionismo siempre funciona.

Y a censurar: ¿terraplanista? Censurado. ¿Negacionista? Censurado. ¿Antivacunas? Censurado. Nótese por dónde van los tiros, aunque podría extenderme más y, para más datos, también se ha censurado en Twitter, por ejemplo, a líderes de movimientos como Black Lives Matter o de tipo antifa por lo propio, con lo que tampoco estoy de acuerdo: que la ley marque el límite para todos.

Sin embargo, los ejemplos del terraplanista, el negacionista -de la pandemia, se entiende- o el antivacunas son muy clarificadores. ¿Qué diferencia hay entre un terraplanista y un fervoroso creyente religioso? ¿Que al segundo le respaldan millones de personas y un par de miles de años -siglos arriba, siglos abajo- y por eso se le respeta? Porque los contenidos terraplanistas, cuando no los censuran, advierten de que se tratan de «creencías paracientíficas». ¿Por qué no hacen lo mismo con la religión?

Por supuesto, una cosa es ser terraplanista y otra ir diciendo a los cuatro vientos cosas tan terribles como que las vacunas matan o te introducen un chip para que te controlen los Anunnaki… Aunque esto también es broma, ahora que lo pienso, y aun así se censura… porque es peligroso, ¿verdad? No se lo vayan a creer unos cuantos, se nieguen a vacunarse y se líe parda. Haciendo la cuenta de la lechera me sale que ha muerto mucha más gente a lo largo de la historia, pero también en la actualidad, por motivos religiosos. En fin.

Y qué decir de los mensajes de odio…

Pero me estoy yendo mucho del tema de este artículo, el de que Twitter y Mastodon son dos peros con distinto collar. Pero lo son, tenlo en cuenta cuando Musk se haga con las llaves de casa Twitter porque quizás Mastodon no te guste tanto. Porque en Mastodon también hay reglas y aunque te puedas montar tú mismo tu propia instancia para ahcer lo que te dé la real gana, estarás solo o, como mucho, rodeado de tus fieles. El debate intelectual será nulo.

Como explicaba el artículo de referencia, Mastodon no es un todo, sino mil islas que se pueden interconectar entre sí en un modelo federado que, sin embargo, tiene sus normas. Así, una red social como Truth Social, el refugio que se ha montado Donald Trump para sí mismo y sus huestes de «defensores de la libertad de expresión», lleva baneando usuarios desde el primer día. ¿Por qué? Por burlarse de Trump. ¿Pero no era la Meca de la libertad?

Como sabes, o quizá no, Truth Social se basa en Mastodon, pero no está federada con esta -con las instancias de Mastodon más populares- primero porque no quieren, y segundo porque no les dejarían por infringir sus normas. Y es que por infringir esas normas se ha baneado constantemente a usuarios de Mastodon durante años, en su caso, por debates en torno a las políticas identitarias tan de boga actualmente.

Twitter y Mastodon son el mismo pozo de intolerancia cuando los extremos interactúan y la única alternativa a eso es una cámara de eco, por lo que si me das a elegir, yo personalmente me quedo con lo primero. Prefiero un debate público donde estén todos, por más barullero que sea, que estar rodeado de palmeros. Es por ello que, si bien me encantaríoa que un modelo en lo tecnológico como Mastodon se impusiera, que sea de código abierto o descentralizado no cambia el fondo de lo que allí se cuece.

Por lo tanto, prefiero un Twitter en el que Elon Musk cumpla lo que ha prometido, que lo que hay ahora o que cualquier otro futurible, básicamente porque ya está montado y tiene clientela. Lo otro es el desierto de los incorformistas de boquilla, salvo honrosas excepciones -en realidad, los habituales de Mastodon son más heterogéneos de lo que pudiera parecer a simple vista. ¿Te lo repito? Con un ejemplo muy gracioso.

En 2017 la periodista Sarah Jeong publicaba un artículo en Motherboard cuyo título no tiene desperdicio: Mastodon es un Twitter sin nazis, ¿por qué no lo estamos usando?, donde ya advertía que no pensaba dejar Twitter para siempre, pero que había que intentarlo. Un año después, Jeong fue respaldada por el The New York Times, medio en el que acaba de empezar a trabajar, tras denunciarse unos tuits suyos de contenido racista por lo que no sufrió consecuencia alguna, dado que no atacaban a ninguna «minoría».

Lo importante del ejemplo, no obstante, es que incluso una iluminada como la tipa esta, capaz de apuntar el dedo hacia alguien y tildarlo de nazi, sigue a día de hoy en Twitter, feliz con sus más de cien mil seguidores. ¿Por qué? Porque Mastodon es la nada para el perfil medio que se maneja en Twitter. Tan sencillo como eso. Imagínate cuánto duraría Jeong en Truth Social, o al revés, cuánto duraría cualquier hiperventilado de los que apoyan a Trump, en una instancia al azar de Mastodon.

Vivimos en un mundo en el que alguien que sostiene que solo las mujeres pueden parir, es tachado de homófobo; un mundo en el que pedir que exista una sanidad universal es tachado de socialista y comunista… Y así con todo. Merecemos, por lo tanto, que una plataforma privada, pero tan instaurada en el flujo informativo y con tanta relevancia para este como es Twitter, sea un reflejo de este mundo, y no la arcadia feliz y autocomplaciente que muchos desean. Y el único techo que tiene que haber es el de la ley, mal que nos pese.

Ergo, Twitter o Mastodon son el mismo perro, con distinto collar y el que más pesa es el de Twitter, por el impacto que tiene. Esto es, antes responderá ante una autoridad Twitter, que Mastodon, donde por su propia naturaleza el abuso puede ser mucho mayor y más arbitrario si cabe. Solo esperamos que Musk se haga con la plataforma y que cumpla con lo que ha dicho. No es lo idea, pero es lo menos malo que hay sobre la mesa.

La entrada ¿Twitter o Mastodon? Son el mismo perro, con distinto collar es original de MuyComputer


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