Blue Origin: malas perspectivas para la iniciativa espacial de Jeff Bezos

No corren buenos tiempos para Blue Origin. Quizá no lo parezca, tras el éxito de su primer lanzamiento destinado al turismo espacial, una actividad con perspectivas de convertirse en un negocio rentable a medio plazo. Sin embargo, y aunque desde ese prisma podría parecer que todo va bien, lo cierto es que sus perspectivas en este momento no llegan a despegar, dibujando un futuro tan frío y oscuro como el espacio por el que aspira a realizar sus actividades.

Para entender el presente de Blue Origin, debemos retroceder unos meses, al momento en el que empezó a complicarse su futuro. Como seguramente recordarás, hace unos meses la NASA adjudicó exclusivamente a SpaceX el contrato para la misión tripulada a la Luna en 2024, dentro del ambicioso programa Artemisa. Y recalco lo de exclusivamente porque, hasta ese momento, todo apuntaba a que la agencia espacial estadounidense se quedaría con dos de las tres ofertas. Y claro, Blue Origin se veía dentro de las dos ganadoras.

El cambio de criterio de la NASA no gustó en las oficinas de Blue Origin, que optó por presentar una serie de quejas ante la Oficina de Responsabilidad del Gobierno estadounidense (GAO, por sus siglas en inglés). Los argumentos de la misma eran, cuanto menos, cuestionables (principalmente, que de haber sabido que la NASA elegiría solo a una empresa, habrían ajustado más su presupuesto). El problema es que, hasta la resolución de dichas quejas, el proceso quedaba parado, SpaceX no podía seguir avanzando en el proyecto y, claro, tampoco recibiría el dinero presupuestado.

A la espera de la resolución por parte de la GAO, Jeff Bezos publicó un texto en el que alertaba al administrador de la NASA (el máximo directivo de la agencia) de los riesgos de mantener la adjudicación a SpaceX. En la misma indicaba que pronto llegarían retrasos, cambios de diseño y sobrecostes que, al no tener otro proveedor, la NASA No tendría más remedio que asumir. Algo que, claro, no habría ocurrido de contar con Blue Origin.

Pero lo peor de la carta no es eso, lo peor es que en la misma le ofrecía a la agencia espacial la renuncia, por parte de Blue Origin, de los primeros 2.000 millones de dólares del contrato (recordemos que le fue adjudicado a SpaceX por  2.900 millones de dólares). Una rebaja que habría tenido sentido en la fase de licitación, pero que a estas alturas ya quedaba totalmente fuera de lugar, y que de ser aceptada habría podido ser impugnada por SpaceX, y en este caso con toda la razón, pues se habría saltado a la torera el procedimiento público legal para la adjudicación.

Blue Origin: malas perspectivas para la iniciativa espacial de Jeff Bezos

La desesperación de Blue Origin

Con este movimiento, Blue Origin dejó clara su desesperación por obtener la licitación, y la desesperación no suele resultar algo atractivo a inversores, potenciales clientes, trabajadores, etcétera. Además, dejaba clara la poca confianza en el procedimiento abierto en la GAO. Y a este respecto sí que tuvieron buen ojo, pues a principios de este mes las quejas fueron desestimadas, lo que desbloqueó el proceso y permitió que SpaceX recibiera los primeros 300 millones de dólares por parte de la NASA.

Blue Origin optó por no quedarse ahí, seguir su camino y buscar otras oportunidades de negocio. Desde entonces ha publicado en su web varias infografías críticas con el proyecto de SpaceX, en las que afirman que es peligroso, entre otras cosas, por emplear nuevas tecnologías, en vez de otras que ya son conocidas. Por no mencionar que critica que La Starship de los de Boca Chica nunca ha llegado a la órbita. Una crítica en la que parecen olvidar que Blue Origin no ha llegado nunca a la órbita.

¿Puede ir a peor? Sí, puede hacerlo, y lo ha hecho, puesto que hace algo más de una semana Blue Origin decidió llevar la decisión de la NASA a los tribunales, por lo que considera una decisión injusta. El problema es que, con la judicialización de su derrota, Blue Origin podría provocar sustanciales retrasos en todo el proyecto Artemisa,  que ya de por sí cuenta con unos plazos bastante ajustados. Si cualquier instancia judicial decide que hay causa puede ordenar la suspensión temporal del proyecto, pulverizando por completo los planes de volver a la Luna en 2024.

En consecuencia, la imagen de la compañía no hace más que perder puntos, la respuesta de Blue Origin tras perder la licitación ha sembrado muchas dudas sobre la compañía y, si hasta hace unos meses era uno de esos destinos profesionales especialmente codiciados, en las últimas semanas ese prestigio no ha hecho más que descender, tal y como podemos leer en Gizmodo. Y es que en esta fracción de tiempo, nada menos que 17 trabajadores de alto rango habrían abandonado Blue Origin, muchos de ellos con destino en compañías de la competencia.

Un ejemplo claro de ello es Nitin Arora, ingeniero jefe del programa de aterrizaje lunar de Blue Origin, y que recientemente ha publicado en LinkedIn que se ha sumado a las filas de SpaceX. Otros participantes relevantes del programa New Shepard, o el ex astronauta de la NASA Jeff Ashb, también han abandonado el edificio.

Las perspectivas son, por tanto, bastante sombrías. ¿Tiene futuro Blue Origin? Quizá, New Shepard ha demostrado su fiabilidad y, aunque Artemisa es la tarta más suculenta en este momento, debería saber asumir la derrota y lanzarse a nuevos proyectos. Sin embargo, la mala imagen dada a lo largo de los últimos meses es una sombra que, sin duda, complicará su supervivencia en un sector tan complejo como el aeroespacial.

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