¿Está mi PC preparado para la nueva generación de videojuegos? Cinco claves para descubrirlo
Con la llegada de PS5 y Xbox Series X quedó claro que la nueva generación de juegos no iba a ser tan impresionante como nos lo pintaron, en su momento, Sony y Microsoft, de hecho, podemos decir que cualquier usuario de PC que utilizase dicha plataforma para jugar, y que hubiese montado una configuración de gama media en los últimos dos años, ya había estado disfrutando de la nueva generación de juegos.
La realidad es muy simple, pero por desgracia todavía hay muchos usuarios que se empeñan repetir, como si de un mantra se tratase, falsedades o medias verdades que, al final, no hacen bien a nadie. Por ejemplo, una de las creencias erróneas más disparatadas que todavía se ven con frecuencia es la de que PS5 tiene una GPU que está al nivel de una RTX 2080 Ti. Sí, los que nos leéis a diario sabéis que es un absurdo y que no hay por dónde cogerlo, pero ya sabéis, en algunos casos una mentira que se repite mil veces puede convertirse en una verdad.
He venido comprobando, durante los últimos meses, que todavía hay muchas dudas sobre la transición a la nueva generación de juegos, sobre la manera en la que dicha transición se llevará a cabo, y también sobre el hardware que necesitaremos en PC para poder afrontarla, y por ello he querido compartir con vosotros un artículo a modo de guía, donde encontraréis explicadas, de una manera sencilla y asequible incluso para los lectores menos avanzados, cinco claves que debe cumplir cualquier PC si quiere estar preparado para esa nueva generación de juegos.
Sin embargo, antes de entrar en materia quiero dejar claro qué podemos considerar como nueva generación de juegos, y qué no entra de forma directa en esa concepción. Creo que empezar teniendo esto claro es necesario para poder comprender, posteriormente, esas cinco claves que vamos a ver. Si os queda cualquier duda al respecto, podéis dejarla en los comentarios, y estaremos encantados de ayudaros a resolverla.
¿Qué es, y qué no es, la nueva generación de juegos?
La nueva generación de juegos se define como aquella que ha sido desarrollada para aprovechar, de verdad, todo el potencial de lo que podemos considerar como hardware de nueva generación. Hemos dicho muchas cosas con muy pocas palabras, y entiendo que es necesario interpretar correctamente esta idea para evitar cualquier confusión, así que vamos a profundizar en ello.
Un juego de nueva generación sería aquel que ha sido desarrollado, desde cero, para aprovechar las bases de una plataforma de nueva generación. Por ejemplo, Demon´s Souls Remake, de PS5, sería un juego que encajaría perfectamente en la categoría de juegos de nueva generación. Por contra, no podríamos considerar como tal a esos juegos que han sido desarrollados partiendo de la base que impone una plataforma de la generación anterior.
Vamos con otro ejemplo. DOOM Eternal no podría ser considerado como un juego de nueva generación, y tampoco Cyberpunk 2077, por mucho que me pese, ya que a pesar de lo avanzado que resulta su motor gráfico, y de la excelente implementación que hace del trazado de rayos y del DLSS 2.0, es un título intergeneracional que fue «reducido» para que pudiera correr en PS4 y Xbox One, aunque es cierto que ambas consolas se ahogan con este juego.
Podemos decir, por tanto, que la nueva generación de juegos todavía no ha empezado a llegar a gran escala, y que no lo hará hasta que no empiece el abandono gradual de PS4 y Xbox One, algo que, por desgracia, tardará bastante, ya que Sony confirmó, en su momento, que espera mantener el soporte a PS4 hasta 2023. Con todo, puede que, a partir de 2022, empecemos a ver un número cada vez mayor de juegos exclusivos de la nueva generación.
Es importante tener claro que un juego intergeneracional puede aprovechar las últimas tecnologías del sector, y por tanto puede sacar partido a la nueva generación, pero no lo hará al mismo nivel que un juego que ha sido desarrollado, desde su base, para sacar partido a esas nuevas tecnologías. Ratchet & Clank: Rift Apart para PS5 es un excelente ejemplo, ya que sería imposible en PS4, debido a su enorme dependencia del SSD de alto rendimiento que monta la consola de nueva generación de Sony.
Bien, ¿y qué necesita mi PC para afrontar la nueva generación de juegos?
Hay cinco puntos clave que definen lo que necesitará nuestro PC para poder mover juegos de nueva generación, aunque como hemos dicho esa nueva generación todavía no ha llegado de verdad, y no lo hará hasta que PS5 y Xbox Series X se conviertan en las únicas consolas con soporte.
Esto quiere decir que un PC que no cumpla con todos los puntos que vamos a ver puede ser perfectamente capaz de mover juegos actuales, y con bastante fluidez, pero es probable que acabe teniendo problemas cuando se complete esa transición a la nueva generación.
Recordad, sin ir más lejos, en lo bien que funcionaba una GTX 680 con un procesador de dos núcleos y cuatro hilos cuando llegaron PS4 y Xbox One, y lo mal que acabó envejeciendo esa configuración cuando se completó la transición a ambas consolas y los juegos apuraron al máximo hasta la última gota de potencia cada una de ellas.
Dicho esto, estamos preparados para ver esa configuración base que debería cumplir nuestro PC si queremos que esté preparado para la nueva generación de juegos. Junto a cada clave, encontraréis una explicación con el porqué debemos llegar a ese nivel. He querido adoptar este formato porque es más cómodo de leer, y más fácil de entender.
Procesador para la nueva generación de juegos
Tanto PS5 como Xbox Series X tienen un procesador de 8 núcleos y 16 hilos basado en Zen 2 que funciona a 3,5-3,6 GHz. Sin embargo, debemos tener en cuenta que reservan al menos un núcleo y dos hilos al sistema, y que utilizan una variante de la arquitectura Zen 2 presente en los Ryzen 3000, una adaptación con carencias importantes.
No solo funcionan a menos frecuencia y tienen un núcleo y dos hilos reservados al sistema (no están disponibles para juegos), sino que además vienen con menos memoria caché L3. Cada bloque de cuatro núcleos tiene 4 MB de caché L3, 8 MB en total, una cifra que palidece frente a los 32 MB de L3 que monta el Ryzen 7 3700X. Este procesador también alcanza velocidades más altas, y soporta un rango más amplio de instrucciones, como las AVX de 256 bits, que no están presentes en la CPU Zen 2 de PS5, lo que significa que está limitada a instrucciones AVX de 128 bits.
Si ponemos todo esto en contexto, la conclusión que podemos sacar es muy simple, no vas a necesitar un Ryzen 7 3700X o un Core i7 10700 para afrontar la nueva generación de juegos, en realidad será suficiente con un procesador Ryzen 5 1600 AF (Zen+, 6 núcleos y 12 hilos) o con un Core i5 10400 (Comet Lake-S, 6 núcleos y 12 hilos). Obviamente, cuando más por encima estemos de ese mínimo, mejor rendimiento, sobre todo en juegos CPU dependientes. En caso de que tengas dudas sobre cómo elegir el mejor procesador para jugar, echa un ojo a esta guía.
¿Por qué ese sería el nivel mínimo?
Pues porque el procesador que montan PS5 y Xbox Series X no está realmente a la altura de un procesador Zen 2 para PC, como hemos podido ver. Su rendimiento es sensiblemente menor, de hecho su IPC está más cerca de Zen que de Zen 2, corre a una frecuencia modesta y no tiene los 8 núcleos disponibles para juegos.
Memoria RAM y VRAM para mover con garantías la nueva generación de juegos
En este apartado debemos matizar que las particularidades de la arquitectura de PS5 y Xbox Series X, que utilizan memoria unificada, permite a los desarrolladores ajustar de una forma más flexible la distribución de la misma, algo que no ocurre en PC, donde la división entre RAM, memoria del sistema, y VRAM, memoria gráfica, es más rígida, aunque tampoco llega a ser absoluta.
Ahora mismo, contar con 8 GB de RAM y 4 GB de VRAM es suficiente para jugar sin problemas a casi cualquier cosa, aunque cuando nos movemos en resoluciones superiores a 1080p, el consumo de memoria gráfica se dispara, y se hace recomendable contar, al menos, con 6 GB de memoria gráfica.
Tanto PS5 como Xbox Series X vienen con 16 GB de memora unificada, que se puede utilizar como RAM y VRAM, de forma indistinta. De esa cifra, se reserva una cierta cantidad al sistema (no está disponible para juegos). No tenemos la cuantía exacta en el caso de PS5, pero sabemos que en Xbox Series X se reservan 2,5 GB, lo que deja libres 13,5 GB.
Con todo esto en mente, la conclusión es clara, necesitaremos al menos 12 GB de RAM y 6 GB de VRAM para disfrutar con garantías de la nueva generación de juegos, aunque llegar a los 16 GB de RAM y 8 GB de VRAM sería el nivel óptimo.
¿Por qué ese sería el nivel mínimo?
Porque el consumo de ambos recursos se va a disparar con la llegada de los juegos de nueva generación. Cuando PS3 y Xbox 360 coexistían con PS4 y Xbox One, 4 GB de RAM y 1 GB de VRAM eran suficientes para jugar sin problema, pero cuando se completó la transición a la nueva generación se hizo imprescindible contar, al menos, con 6 GB de RAM y 2 GB de memoria gráfica. La llegada de PS4 Pro y Xbox One X elevó esos mínimos a 8 GB de RAM y 4 GB de memoria gráfica.
Capacidad de almacenamiento: Una tendencia a «adelgazar»
Sé que puede sonar extraño, pero es totalmente cierto. Todavía no se ha completado la transición a la nueva generación de juegos, pero con la llegada de PS5 y Xbox Series X, y los desarrollos intergeneracionales, estamos viendo que los nuevos lanzamientos cada vez pesan menos, es decir, cada vez ocupan menos espacio. Resident Evil Village, por ejemplo, solo ocupa 35 GB en su modo historia, cifra que sube a 50 GB con el multijugador Resident Evil Verse instalado.
Quizá alguno de nuestros lectores se pregunte cómo es esto posible, y la respuesta no es complicada. PS4 y Xbox One se han visto limitadas por el uso de unidades HDD muy lentas que, de media, tenían una velocidad de transferencia de unos 100 MB/s. A ello debemos sumar las altas latencias que tienen este tipo de unidades, consecuencia directa de sus partes mecánicas y móviles.
Eso obligaba a los desarrolladores a no comprimir datos, y a repetir ciertos sectores para crear redundancias que agilizaran los tiempos de carga y compensaran las carencias de los HDD de ambas consolas. La consecuencia de todo esto fue muy clara, los juegos cada vez pesaban más, y llegaron a niveles absurdos al superar, primero, la barrera de los 100 GB, y posteriormente volvieron a tocar techo en los 200 GB.
La llegada de la nueva generación permitirá optimizar en términos de espacio utilizado, pero esto no quiere decir que debemos tomarnos esta cuestión a la ligera. Para no tener problemas importantes vamos a necesitar, como mínimo, 1 TB, aunque lo ideal sería contar con 2 TB si consumimos grandes cantidades de videojuegos, y si nos gusta tener instalados varios títulos.
¿Por qué ese sería el nivel mínimo?
Pues por la propia tendencia del sector. Todo parece indicar que nos vamos a mover, de media, entre los 40 y los 75 GB de espacio ocupado por cada juego que queramos instalar. Contar con una unidad de almacenamiento de 1 TB nos dará margen más que suficiente para no tener que estar constantemente borrando e instalando nuestros juegos favoritos.
El SSD va a ser imprescindible en la nueva generación de juegos
De hecho ha sido una de las novedades que más han destacado Sony y Microsoft a la hora de promocionar sus consolas de nueva generación. Es cierto que, ahora mismo, ya podemos encontrar muchos juegos que aprovechan las velocidades de los SSDs para reducir enormemente los tiempos de carga, DOOM Eternal y Cyberpunk 2077, por ejemplo, cargan en unos pocos segundos, pero todavía no podemos decir que se haga un aprovechamiento totalmente óptimo de este tipo de unidades de almacenamiento.
Los desarrollos siguen teniendo una base intergeneracional, y esto obliga a asumir las limitaciones que imponen las plataformas más lentas que, en este caso, son Xbox One y PS4, ambas basadas en un HDD a 5.400 RPM funcionando a una media de 100 MB/s. Un SSD PCIE Gen3 x4 puede, por contra, alcanzar velocidades de lectura de 3.500 MB/s, llega a los 3.000 MB/s en escritura (secuencial en ambos casos). La diferencia es enorme, pero todavía no existen juegos que sean capaces de llevar un SSD de este tipo «al límite».
Cuando se complete la transición a la nueva generación de juegos, los HDD quedarán en un segundo plano, y contar con un SSD será totalmente necesario para disfrutar de una buena experiencia, pero no solo por lo que respecta a los tiempos de carga, sino también para que los juegos puedan funcionar de forma correcta. Una unidad de almacenamiento lenta puede afectar a la carga de texturas y de diferentes elementos que conforman cada una de las escenas de un juego, dando forma a un problema muy conocido que identificamos como «popping».
Cyberpunk 2077 es uno de los mejores ejemplos de lo importante que es un SSD en todos los sentidos. Con una unidad de este tipo se reducen los tiempos de carga a unos pocos segundos, y el motor gráfico del juego puede desarrollar su potencial de forma óptima sin que se produzcan «atascos» ni esperas por una carga de datos lenta. Jugarlo con HDD supone un cambio enorme, ya que no solo tenemos tiempos de carga mayores y parones en ciertas zonas (cargas entre secciones), sino que además aparecen texturas que tardan en cargar, dejando objetos planos y deslucidos, y hasta personajes y otros elementos que tampoco llegan a cargar correctamente.
¿Por qué ese sería el nivel mínimo?
Aunque el argumento más popular es la clásica reducción de los tiempos de carga, lo cierto es que el SSD será imprescindible para permitir la transición a la nueva generación de juegos. Este componente permitirá crear títulos más complejos, con mundos más grandes y más detallados, sin tiempos de carga entre zonas, y sin que los elementos que forman esas zonas tarden en cargar y aparezcan como bloques de polígonos deslucidos.
Tarjeta gráfica: una pieza clave
Hemos dejado para el final uno de los puntos más importantes que deberemos tener en cuenta si queremos estar preparados para la transición que marcará la nueva generación de juegos. En términos de potencia bruta, los primeros análisis de rendimiento han confirmado lo que veníamos avisando desde hace varios meses, que PS5 y Xbox Series X no tienen una GPU de gama alta, sino que cuentan con una solución de gama media.
Es totalmente normal, no tenía sentido esperar que una consola de 499 euros fuese capaz de montar, en una APU, una GPU capaz de rendir al nivel de RTX 2080 Ti. Sin embargo, el problema es más profundo de lo que parece, ya que no podemos limitarnos a tener en cuenta la potencia bruta de ambas consolas en un único juego, y ya no es justo excluir de la ecuación tecnologías que han demostrado que ya no son el futuro de los videojuegos, sino que forman parte del presente de estos. Sí, hablo del trazado de rayos y del DLSS 2.0.
Con ray tracing activado, PS5 y Xbox Series X son capaces de mover juegos actuales en 1440p nativos (pueden superar esa cifra, pero reescalado) manteniendo medias estables de 30 fotogramas por segundo. No está mal, pero el problema es que en ningún caso hablamos de configuraciones gráficas en calidades máximas, sino que se mueven, más bien, en niveles medios-altos, o incluso en niveles medios-bajos, como es el caso de Control.
El trazado de rayos tampoco se reproduce al nivel que encontramos en PC, sino que se representa con una calidad menor, una distancia de visión reducida, afecta a menos elementos gráficos y se renderiza a la mitad de la resolución de pantalla, una serie de «trampas» que ponen claro que la nueva generación de consolas no está al nivel del «hype» que generaron. Es importante recordar que carecen, además, de una tecnología al nivel del DLSS 2.0.
Bien, si unimos toda esa información la conclusión que podemos sacar es muy simple, cualquier PC actual equipado con una RTX 2060 de 6 GB podrá afrontar la transición a la nueva generación de juegos, ese sería, en mi opinión, el mínimo aceptable a día de hoy. ¿Crees que exagero? Para nada, dicha tarjeta gráfica puede mover Control con trazado de rayos mucho mejor que PS5 y Xbox Series X, y lo mismo aplica a otros juegos como Watch Dogs Legion o Cyberpunk 2077, y el DLSS 2.0 marca una diferencia enorme.
¿Por qué ese sería el nivel mínimo?
Porque soporta las últimas tecnologías del sector, cuenta con 6 GB de memoria gráfica, tiene potencia suficiente para jugar con garantías en 1080p y 1440p, puede con juegos en 4K de forma óptima si activamos el DLSS 2.0, y no se hunde al activar trazado de rayos en 1080p. Permite jugar sin problemas con trazado de rayos activo en 1440p si activamos el DLSS 2.0. Está preparada, en resumen, para la nueva generación de juegos.
La entrada ¿Está mi PC preparado para la nueva generación de videojuegos? Cinco claves para descubrirlo es original de MuyComputer
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