Basura espacial: protagonista de nuevo
El problema de la basura espacial empezó a gestarse hace décadas, pero ha sido con el boom de la explotación de la órbita terrestre para el emplazamiento de satélites cuando el problema ha crecido de manera exponencial, llegando al punto de poder comprometer la seguridad en el espacio, y a obligar a cambios de planes a última hora, con el fin de prevenir riesgos.
Hace solo un par de semanas supimos que, por culpa de la basura espacial, la Estación Espacial Internacional tuvo que aplicar de urgencia una modificación de rumbo y posición. Además, durante la misma y hasta que la basura espacial se alejó de la estación, los astronautas tuvieron que permanecer en las Soyuz actualmente acopladas a la Estación Espacial Internacional, listos para desprenderse de la misma y regresar de urgencia a la Tierra. Afortunadamente no fue necesario, pero aún así la estación ha permanecido varios días, desde entonces, bajo un protocolo especial de seguridad.
Todo parecía haber vuelto a la normalidad, y hoy se había programado un paseo espacial en el que Thomas Marshburn y Kayla Barron iban a reemplazar parte de una antena de comunicaciones de la estación. Sin embargo, como hemos podido leer en SlashGear, la actividad ha tenido que ser suspendida y, al igual que lo ocurrido hace dos semanas, ha sido por culpa de la basura espacial. Afortunadamente la operación no era urgente, por lo que ha quedado pospuesta.
La antena en la que se iban a realizar las operaciones forma parte de uno de los sistemas de comunicación de la estación con la Tierra, y desde hace algún tiempo no funciona correctamente. No supone un problema grave, ya que la estación cuenta con sistemas redundantes, por lo que incluso en el hipotético caso de que la antena fallara por completo, no se perderían las comunicaciones. No obstante, de nuevo la basura espacial ha condicionado las operaciones del ser humano en el espacio. Y con toda seguridad no será la última.
A principios de este mes, en el contexto de una prueba de un sistema de defensa ruso, un misil detonó un satélite, generando un enorme volumen de basura espacial, tanto por los miles de fragmentos en los que quedó dividido el satélite, como por los del propio misil. Aunque de momento no ha sido confirmado oficialmente, hay sospechas de que los fragmentos de basura espacial responsables de esta cancelación tienen su origen n dicha detonación.
Todo apunta a que la operación fue responsabilidad exclusiva del estamento militar ruso, y que la agencia espacial del país ni siquiera tenía conocimiento de la misma. En cualquier caso, la respuesta por parte de la comunidad internacional fue unánimemente crítica. Los países deben asumir que generar basura espacial de manera intencionada es una enorme muestra de irresponsabilidad. ¿Será la última vez? Ojalá poder decir que sí, pero me parece demasiado optimismo.
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