Nuestros lectores hablan: ¿os importa el trazado de rayos?
El trazado de rayos ha llegado para quedarse, al menos de momento. Cuando NVIDIA anunció que iba a incorporar aceleración por hardware en las RTX serie 20 para trabajar con dicha tecnología aplicada a juegos generó un gran revuelo, no solo porque era considerada como uno de los pilares fundamentales para alcanzar el fotorrealismo en juegos, sino porque también se consideraba como algo «inaccesible».
Las exigencias del trazado de rayos en términos de potencia bruta hacían que su utilización en juegos fuese imposible, ya que el coste del hardware necesario para conseguir un rendimiento aceptable era ridículamente alto. NVIDIA prometía que, gracias al renderizado híbrido, iba a ser posible llevar dicha tecnología a los juegos de nueva generación, y efectivamente así fue, aunque de una forma parcial y muy limitada.
El trazado de rayos en juegos como Metro: Exodus, Battlefield V o Shadow of the Tomb Raider se aplica únicamente a un elemento en concreto: iluminación global en el primero, reflejos en el segundo y sombras en el tercero. A pesar de ese enfoque tan limitado su impacto en el rendimiento es enorme, tanto que NVIDIA tuvo que dar forma a la tecnología DLSS para contrarrestar la pérdida de fotogramas por segundo sin comprometer demasiado el apartado gráfico.
Al final es curioso ver que los mejores resultados con el trazado de rayos se han conseguido en Quake 2 RTX, una revisión del clásico de finales de los noventa que utiliza trazado de rayos de forma plena, es decir, aplicado a iluminación, sombras y reflejos. El resultado es fantástico, pero solo es viable porque el juego tiene una carga geométrica y de renderizado muy básica.
¿Merece la pena seguir apostando por el trazado de rayos?
El impacto del trazado de rayos en el rendimiento de los juegos puede llegar a ser tan grande que un título puede funcionar en 4K y calidad máxima de forma fluida sin trazado de rayos y bajar a 1080p y 30 FPS con trazado de rayos, todo depende de la implementación que se haga y de la optimización propia del juego.
Para muchos representa un paso atrás, ¿pero y tú, crees que es un retroceso o un avance? Sony, Microsoft y AMD han acabado cediendo y han apostado por el trazado de rayos, así que podemos dar por sentado que la utilización de dicha tecnología en el mundo de los videojuegos irá creciendo durante los próximos años, no quedará en una moda pasajera, pero esto no quiere decir que vaya a ser realmente viable.
Personalmente creo que el trazado de rayos aplicado a juegos se encuentra todavía en una etapa muy temprana, y que el hardware actual está todavía muy verde. Sí, jugar con una RTX 2080 Super a Quake 2 RTX impresiona, el trazado de rayos mejora enormemente la calidad gráfica, pero nunca te olvidas de que la geometría es la de un juego de finales de los noventa, y que aún así es imprescindible ajustar la resolución dinámica para evitar caídas a menos de 60 FPS.
Con juegos de la generación actual ocurre todo lo contrario. La mejora gráfica que aporta el trazado de rayos no compensa la enorme pérdida de rendimiento que representa, pero aporta un toque de espectacularidad que, en el fondo, nos hace soñar con el día en el que seamos capaces de «domar el rayo».
Creo que merece la pena seguir apostando por el trazado de rayos. Es una tecnología que puede marcar una evolución enorme cuando tengamos hardware lo bastante potente para implementarla de forma plena en juegos complejos, y tenemos que recorrer con paciencia el camino que nos llevará hasta ese destino. Ahora os toca a vosotros, los comentarios son vuestros.
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